Los seres humanos somos criaturas rituales y de hábitos, por lo que algunas veces estos patrones de conducta pueden ser medidos y confirmados para su utilización con diversos fines.
Esto ha sido estudiado por psicólogos sociales como Alison Brooks del departamento de psicología de la Universidad de Harvard, y los especialistas canadienses Paul y Lacey Pickett.
Muchas personas desean que los demás hagan lo que ellas quieren. Sin embargo, exceptuando los casos en los que se tiene autoridad y poder para hacerlo, como por ejemplo cuando se es jefe, imponer la propia voluntad a los demás es una tarea muy difícil.
Cada persona tiene su propia opinión y su propia forma de resolver una situación por lo que, por lo general, tratará de hacer lo que mejor le conviene. Pero existen ciertos “trucos” mentales que te pueden ayudar a conseguir lo que desees de las demás personas.
- Mantén tus defensas mentales continuamente en alto. No caigas en la arrogancia de pensar que eres menos manipulable que los demás. Todas las personas son susceptibles de manipulación. Tú también. La primera regla, por ello, es estar atento a no ser tú el manipulado.
- Repetir tu opinión personal hasta asentar que los demás la crean. Decir lo que quieres hasta que sea posible. Hacerlo de forma constante puede ayudar a convencer a los otros, al punto que apoyarán tus ideas. Este fenómeno es conocido distorsión de la memoria, se trata de un fallo que se ocasiona en el cerebro al unir la repetición y aceptar ciertos.
- Imitar a los otros, sobre todo de quienes deseas conseguir algo. Los seres humanos tienen la habilidad de imitar y proyectar con la empatía del otro, por lo cual mostramos mayor inclinación a auxiliar al otro a quien percibimos del mismo grupo. También está comprobado que imitar la postura del sujeto y su lenguaje corporal es un buen incentivo.
- Usar la afirmación “No lo hago” en lugar del “No puedo hacerlo”. Ser tajante ayuda a alcanzar metas. Aunque no parezca del todo claro, el resultado efectivo de la afirmación “no lo hago”’ actúa como una determinante una decisión que se ha asumido con conciencia. Al contrario, la frase “no puedo” da cabida a la duda y por lo tanto a fallar.
- Expresar verbalmente la emoción, reduce el stress. El pánico es el enemigo a vencer. Para atenuar la angustia se recomienda indicar en voz alta: “¡Estoy emocionado!”. No funciona decirte a ti mismo que no hay nada que temer, la diferencia es que indicar emoción, una buena, en voz alta, enfoca la atención en algo más positivo.
- Sumar razones a las cosas que se solicitan. Será menos efectivo decir “préstame una pluma” a decir “préstame una pluma porque necesito escribir un teléfono”. Con la segunda frase conseguirás más fácilmente esa pluma. El razonamiento simple se pone en acción ante argumentos o razones sencillas, volviendo aceptables ciertas peticiones.
- Ser más atractivo y seductor cuando conoces a alguien. Habla sobre tus vacaciones en la playa con términos sensuales para crear una buena imagen mental del escenario “el sol bronceaba tan fabulosamente mi piel”. Estudios demuestran que el discurso de “siento-que-estoy-allí” ayuda a asociar a las personas las sensaciones que describes con tu persona.
- Emplea el argumento “de la mayoría”. Cuando trates de convencer a alguien emplea argumentos del tipo “todo el mundo sabe”, “la mayoría en la oficina opina” o “como dicen los últimos estudios”... Para muchas personas resulta muy difícil oponerse al consenso del grupo.
- Utiliza la reciprocidad en tu beneficio. Haz pequeños favores. Puede ser llevarle un café por las mañanas a un compañero de trabajo, o ayudar a un vecino a llevar las bolsas de la compra. Cuando necesites realizar algo que tú quieras que se haga.
- Muéstrate siempre seguro de lo que dices. No dudes nunca de tus argumentos. Si quieres convencer a los demás para que hagan lo que tú quieres mejor es aparentar seguridad, aunque no tengas ni idea del tema.