El mercado de las denominadas "bebidas energéticas" ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Sus campañas publicitarias (algunas de dudosa legalidad), diseñadas de forma cuidadosa para atraer al público infantil, son en gran parte responsable de ello. Así, la mitad del consumo total de estas bebidas lo lleva a cabo la población de entre 12 y 25 años. La máxima autoridad europea en alimentación (EFSA) acaba de hacer público un 'Informe sobre bebidas energéticas'. Llama mucho la atención un dato: dos de cada diez niños de entre 3 y 10 años consumen este tipo de bebidas. El presente artículo explica la diferencia entre las bebidas energéticas y las deportivas.
¿Bebidas energéticas o bebidas deportivas?
Pese a que no existe una definición consensuada de las bebidas "energéticas", este estudio consideró como tales a las bebidas no alcohólicas que contienen cafeína, taurina y/o vitaminas (a menudo en combinación con otros ingredientes) y comercializadas por su supuesto efecto "estimulante, energizante y/o potenciador". A la taurina (una sustancia -aminoácido- que nuestro cuerpo fabrica por sí mismo) se le atribuyen mejoras sobre la función cognitiva o el rendimiento deportivo, algo que para la EFSA no tiene sustento científico. Otros ingredientes habituales en estas bebidas son los extractos de hierbas (muy poco estudiados en humanos) y el azúcar. El informe insiste en diferenciarlas de las llamadas "bebidas deportivas" o "isotónicas" (de las cuales sí existen evidencias, según la EFSA, en relación a la mejora del rendimiento deportivo en determinadas circunstancias). Al parecer, gran parte de la población confunde ambas categorías.
Un dato clave: dos de cada diez menores de 10 años toman bebidas energéticas. Para cualquier profesional sanitario, comprobar que el 18% de los niños consume bebidas energéticas supone un serio motivo de preocupación. Estos pequeños beben una media de dos litros mensuales. Inadmisible, como se justifica más adelante. Aunque hay algo todavía más inaceptable: de entre estos niños "consumidores", alrededor del 16% son "altos consumidores crónicos", ya que su ingesta media mensual asciende nada menos que a 4 litros.
Bebidas energéticas: diez efectos adversos en niños
Los menores de doce años no deberían ni tan siquiera probarlas, ya que en ellos el riesgo de intoxicación por cafeína es muchísimo más alto (estas bebidas suelen tener cantidades muy altas de esta sustancia). De todas maneras, en niños más mayores este riesgo también existe, así que conviene desaconsejarlas de forma clara. Pero hay más riesgos. A continuación se listan los diez principales perjuicios que pueden ocasionar en los niños, según detallaron tanto un estudio publicado en marzo de 2011 en la revista Pediatrics, como un editorial aparecido un año antes en la revista oficial de la Asociación Médica de Canadá:
- Menor sensación de bienestar, trastornos del estado de ánimo, baja autoestima e incluso depresión.
- Peor rendimiento escolar.
- Mala calidad del sueño.
- Exacerbación del asma.
- Obesidad infantil.
- Aumentos de la tensión arterial.
- Incrementos indeseables de la glucemia (relacionados con el riesgo de diabetes).
- Interacciones con medicamentos que tome el niño.
- Problemas dentales y óseos.
- Pueden agravar afecciones cardíacas preexistentes.