Fuertes maullidos de un felino que vivía desde hacía tres años en esa casa atrajeron la atención de los vecinos de Óbninsk, a unos 100 kilómetros de Moscú. Cuando salieron para ver qué pasaba con la gata, encontraron a un bebé que se mantenía inesperadamente caliente en el frío invernal, según cuenta la mujer que lo descubrió.
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