Que no nos engañen tanto libro electrónico e impresora 3D: el papel sigue estando muy vivo y, como muestra de ello, he aquí una selección de cosas increíbles que existen gracias a este gran olvidado.
Una iglesia de cartón
Obra del arquitecto japonés Shigeru Ban, la sustituta de la iglesia anglicana de la ciudad de Chirstchurch, en Nueva Zelanda, está hecha ni más ni menos que de cartón. En concreto, de 86 tubos, más algo de madera y unas cuantas láminas de acero.
Con una duración de cincuenta años, la catedral de Ban tiene la intención de cubrir los servicios que en su día cubría el templo de la ciudad, antes de ser arruinado por el terremoto que asoló la isla en 2011. ¿Quién iba a decir que unos cuantos tubos de papel higiénico servirían para levantar una catedral?
Una batería de litio
La flexibilidad aspira a convertirse en una de las características de las que gozarán los dispositivos electrónicos del futuro. Y si en el mañana nuestros móviles, tabletas e incluso televisores se doblan, también deberán hacerlo sus baterías.
Un pensamiento parecido debieron tener los científicos de la Universidad del Estado de Arizona, creadores de una batería de litio fabricada con papel. Gracias a una serie de nanotubos de carbono han logrado una batería que puede ser doblada las veces que se quiera – y sin perder ninguno de sus atributos.
La cabeza de un maniquí
Destinado a todos aquellos estudiantes de medicina y enfermería, carreras en las que la anatomía resulta una asignatura un tanto complicada. El diseñador holandés Bert Simons ha creado una cabeza humana que muestra todos los músculos que componen el rostro y cráneo del ser humano.
Tan fácil como descargarte aquí el diseño, imprimirlo y recortar y doblar las partes de esta peculiar cabeza para aprender algo de anatomía.
Una celda solar
Las pequeñas placas que componen un panel solar también pueden hacerse de papel. Así lo demostraron en 2013 investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), que crearon unas celdas aptas para imprimirse en papel y doblarse las veces que haga falta sin perder su capacidad de generar energía.
En el momento de su creación, las celdas solares de papel eran capaces de encender tan solo un pequeño aparato eléctrico, ya que las células de papel no son las más eficientes para generar energía. No obstante, según los científicos, no habrá mayores problemas para conseguir que carguen dispositivos más pesados en un futuro.
Arte sonoro
El artista suizo Zimoun suele crear instalaciones de arte que sirven no solo para contemplar, sino también para oír. Cuando un visitante entra en una de las creaciones de Zimoun, los sensores de movimiento instalados en la sala activan 43 motores que provocan toda una tormenta de celulosa: 31,5 kilos de bolas de papel de embalar comienzan a botar y a vibrar sin control.
Un avión de papel gigante
En 1995, ciudadanos de la localidad japonesa de Tokorozawa se reunieron en un gimnasio a fin de hacer volar un avión de papel de más de 22 kilos dentro del recinto. Una hazaña un tanto complicada porque solo el tamaño de sus alas – de trece metros cada una – ocupaba más de la mitad de la nave. ¡Casi nada!
La hoja de papel reutilizable
El papel producido por un grupo de químicos de la Universidad de California-Riverside cuenta con la característica de que en él se puede borrar de todo, incluso tinta de impresora. Así, esta reinvención del papel puede volver a ser utilizada e impresa una vez borrado su contenido. Eso sí, la tinta de impresora no es la normal. Para borrar y volver a imprimir, el papel debe quedar expuesto a luz ultravioleta y a una temperatura de 115 grados.
Un puente
Obra también del arquitecto japonés Shigeru Ban, el puente situado en las proximidades de Avignon (Francia) fue construido en 2007 sobre 280 tubos de cartón con un diámetro, cada uno de 115 milímetros. Las escaleras también están elaboradas con celulosa (para ser más exactos, con papel reciclado).
El papel que detecta enfermedades
El origami – el arte de crear figuras con papel doblado – ha servido a un grupo de científicos de la Universidad de Texas para dar con un método sencillo para comprobar si un enfermo padece malaria o SIDA. Basta colocar una gota de cualquier fluido corporal encima del sensor hecho de papel para comprobar el estado del paciente.
Un invento que podría funcionar bastante bien en los países subdesarrollados, donde los doctores a menudo no cuentan con los suficiente recursos para realizar pruebas de laboratorio. El sensor de papel costaría menos de diez céntimos.
Una discoteca
Para organizar una buena fiesta solo se necesita un buen DJ, bebidas para todos los gustos y cartón, mucho cartón. Al menos, eso deben pensar en el estudio australiano de diseño Dream Team Design, en el que crearon en un par de horas esta discoteca de cartón para un evento de arquitectura celebrado en 2009.