La base de este ingenio son las células de combustible microbianas que forman la batería, y que funcionan mediante el empleo de microbios vivos que se alimentan de la orina para su crecimiento y mantenimiento. La idea es instalar este tipo de diseños en campos de refugiados para poder generar luz. De momento, ya lo han probado instalándolo en un pub cercano a la universidad, y los resultados son positivos.
Los responsables del proyecto destacan los aspectos económicos y sostenibles de esta tecnología, ya que las células de combustible microbianas cuestan poco más de un euro y por unos 800 euros se puede instalar un urinario Pee-Power.