Anteriormente en los tiempos de nuestros tatarabuelos, cuando no existía el desarrollo tecnológico de hoy, ellos se comunicaban de una forma muy sencilla. Había una forma de seducir a las mujeres que era con tarjetas de invitación con algún mensaje amoroso. Estas eran usadas más por los jóvenes informales para encaminar a las señoritas, y eran dadas con un poco de discreción.
Según él estas eran “un medio común de introducción y nunca se tomaban demasiado en serio”.
1. “¿Puedo ver su hogar?”.
2. “Me atrevería y temo preguntar, si me dirías o me harías una señal, de cómo puedo declarar mi amor y conocer mi destino entregado por Cupido”.
3. “Querida señorita: arriesgaré todo si usted me permite acompañarla hasta la puerta de su hogar”.
4. “¿Puedo verla en su hogar o tendré que sentarme en la cerca para verla pasar?”.
5. “Dos almas con un sólo pensamiento, dos corazones que laten como uno. ¿Me puede permitir el encantador placer de escoltarla a su hogar esta tarde?”.
6. “¿Puedo tener el placer de escoltarla a su hogar esta tarde? Si es así, guarde esta tarjeta. Sino, puedo sentarme en la cerca de su hogar para verla pasar?”.
7. “Tengo muchos deseos de conocerla. Si lo desea, por favor devuelva esta tarjeta, anotando la hora y el lugar para la entrevista, en el reverso”.
8. “Con confianza y respeto: ¿puedo tener el placer de acompañarla esta tarde? Si es así guarde esta tarjeta, sino por favor devuélvala”.
9. “¿Puedo tener el placer de verla en su hogar esta tarde? Si es así guarde esta tarjeta; sino, por favor devuélvala”.
10. “Tus labios color coral fueron hechos para besar, resueltamente mantendré y la desafiaré al decir mi bella señorita, fueron hechos en vano?”
11. “Querida señorita: usted es sensible y buena, tiene todos los encantos de una mujer, sus ojos resaltan como las estrellas que se encuentran en el cielo y seré miserable si no puedo amarla”.