No era para menos. Llegó a recaudar 150 millones de dólares tras 59 semanas en cartel. Cierto que hoy resultaría un ruidoso fracaso. Cierto, también, que en 1975 apenas un puñado de dólares bastaban para hacer aquella superproducción (no tan desdeñable puñado: costó 7 millones de dólares, el doble de lo presupuestado).
Spielberg inventó la película del verano, pero también el cine de masas, el merchandising y muchas de las cuestiones que hoy rodean a cualquier lanzamiento con intenciones de romper registros y taquillas. Aunque los críticos atribuyen tales inventos a la segunda película de «Tiburón» y le hacen compartir honores con «La guerra de las Galaxias».
Sea como fuere, «Tiburón» confirmó que el verano era el momento perfecto para dar un buen mordisco a la taquilla, algo que hoy en día es esencial en la industria, y que tiene como ejemplo estos días a otra obra de la factoría Spielberg -aunque sea esta vez solo como productor- «Jurassic World».
También fue una pequeña revolución en nuevas técnicas de mercadotecnia y publicidad. Treinta cadenas de TV americana emitieron meses antes un «Teaser»... 20 segundos terroríficos y simultáneos que abrieron boca para que nadie dejase de hablar de la cinta hasta tres meses después, cuando por fin se estrenó.
Lo hizo también con récord: 409 salas estrenaron el 20 de junio de 1975 la cinta de Spielberg. No era un número muy superior a producciones anteriores, pero sí era el mayor hasta la fecha. En su última semana en cartel, más de 900 salas de Estados Unidos contaban con una copia de la película, algo verdaderamente insólito entonces.
En realidad todo aquello no fue casual, aunque sí una apuesta muy arriesgada. El rodaje se prolongó hasta diez veces lo previsto, también el presupuesto y las dificultades técnicas de su rodaje en el océano habían mermado fuerzas de todo el equipo. Obviamente, su rendimiento posterior hizo que todo mereciese la pena.