Hoy por hoy muchos usuarios y medios gustan de recomendar Android casi para todo y a casi cualquier tipo de persona, ya que lo consideran como una especie de comodín que se puede ajustar a las necesidades de la mayoría, pero la realidad es que esas recomendaciones en muchos casos están mal fundamentadas, son fiel reflejo de un fanatismo claro hacia la marca y/o sirven para disfrazar una ignorancia plena.

Seamos realistas, cuando una persona nos dice “yo compraría un Android” normalmente esa persona no ha probado iOS y tampoco Windows Phone, así que lanza una recomendación a ciegas sin tener ni idea de lo que dice, o al menos sin una base mínima, y normalmente esa sugerencia acaba haciendo más daño que bien.

He podido ver muchos ejemplos desde la popularización de Android y iOS, y posteriormente con la llegada de Windows Phone la cosa se ha ido acentuando todavía más hasta alcanzar un punto que en ocasiones roza lo ridículo, ya que para muchos parece que Android es “la única decisión buena” y no, no lo es en absoluto.

Al igual que ocurre en el sector de sistemas operativos de ordenador, donde no todo se limita a Windows ya que existen distros Linux muy capaces y también está Mac OS X, en su homónimo móvil encontramos alternativas que merecen ser tenidas muy en cuenta y no sólo porque puedan hacer lo mismo que Android, o casi, sino porque además son superiores a la plataforma móvil de Google en otros aspectos.

Todo esto me ha llevado a considerar interesante y oportuna la realización de este artículo de opinión personal, en el que expondré tres grandes razones por las que actualmente me cuesta mucho recomendar un smartphone Android, salvo en casos muy concretos y determinados.

Obviamente al ser una opinión entiendo que será contraria a la que podrías tener tu, así que tienes el espacio en los comentarios para dejar tu opinión si así lo deseas.

1-Soporte y actualizaciones
Sin duda los dos mayores problemas de Android en la actualidad y el argumento más importante de los cuatro, ya que la situación que se vive actualmente en el ecosistema del pequeño androide verde es más que criticable.

Las actualizaciones y el soporte de software que tiene un terminal basado en Android depende en la mayoría de los casos del fabricante, pero estos a su vez dejan de rentabilizar un smartphone desde el momento de la venta.

A diferencia de lo que ocurre por ejemplo con los iOS o Windows Phone, que permiten a Apple y Microsoft seguir rentabilizando cada terminal vendido gracias a sus propias tiendas de aplicaciones, cuando un usuario compra un smartphone Android el negocio empieza para el gigante de Mountain View a través de Google Play.

Esto tiene una consecuencia clara y es que una vez que has comprado un smartphone basado Android los fabricantes ya han hecho negocio y lo que realmente les interesa es que el usuario cambie de smartphone cuanto antes para volver a ganar dinero.

Lo expuesto ha derivado en una obsolescencia programada que en los dispositivos equipados con el pequeño androide es ridícula, ya que existen terminales que no se actualizan ni una vez en toda su vida útil, otros que reciben las actualizaciones tarde para acortar al máximo la llegada de nuevas versiones con funciones que retrasen la renovación del smartphone por parte del usuario y que deriva, en definitiva, en una fragmentación enorme.

El perjudicado final es el usuario, que se queda sin actualizaciones oficiales antes de lo que debería y que en ocasiones se ve estancado en un sistema operativo con graves fallos de seguridad o funcionales que nunca tendrán solución, ya que no podrá actualizar a versiones superiores de Android salvo que se decida a utilizar ROMs personalizadas, algo que en el fondo es impensable para el usuario común.

Abandono es la palabra que mejor define esa situación, incluso aunque tengas un terminal potente y capaz el fabricante quiere hacerte sentir que tienes que renovarlo y volver a gastar dinero, una realidad cuyo máximo ejemplo pudimos ver por ejemplo en el Galaxy SIII de Samsung, que se quedó sin Android KitKat.

Obviamente con los tope de gama nuevos las cosas son un poco mejores, pero sólo durante un año, ya que al final la realidad es clara, tanto que no es raro ver que un tope de gama con sólo un año de vida no tenga disponible la última versión de Android cuando ya se ha anunciado otra.

Soy consciente de que la gama Nexus tiene una política diferente y mejor planteada, gracias al hecho de que son distribuidos por Google y la firma no tiene esa necesidad de vender hardware día si y día también, pero la oferta es demasiado limitada y tampoco se libra de la lentitud que en algunas ocasiones ha mostrado la propia Google al actualizar.

Sin ir más lejos el último modelo, el Nexus 6, ha sido bastante flojo y ha dejado mucho que desear, teniendo además una relación calidad-precio muy mala desde su lanzamiento y aquejando todavía problemas que no serán resueltos hasta la llegada de Android M.

2-Optimización y experiencia de uso
Actualmente existen una gran cantidad de terminales equipados con un hardware muy variado, algo que favorece al usuario ya que tiene más donde elegir, pero que deriva en fuertes inconsistencias a nivel de rendimiento dependiendo de las capas de personalización que agregue el fabricante.

Esto afecta a la experiencia de uso final y por desgracia lo suele hacer normalmente de forma negativa, ya que hemos podido ver auténticos “bichos” con CPUs de cuatro núcleos a más de 2 GHz y hasta 3 GB de RAM presentar “lag” (retrasos) en algo tan simple como la navegación por la interfaz.

Por otro lado debemos tener en cuenta que Android es un auténtico devorador de recursos que necesita potencia bruta para funcionar correctamente, lo que supone que cualquier gama baja equipado con Windows Phone o incluso un vetusto iPhone 4S ofrezcan un funcionamiento general mucho más fluido que terminales más nuevos y considerablemente más caros.

También hay que destacar otro punto y es que la falta de optimización también afecta a las aplicaciones, de manera que podemos ver por ejemplo juegos exigentes como GTA San Andreas dando tirones en terminales Android con CPU de doble núcleo y 1 GB de RAM, pero funcionando muy bien en un iPhone 4S con una CPU también de doble núcleo y 512 MB de RAM.

Todo esto tiene una última consecuencia y es que por lo general los terminales Android envejecen peor que los basados en iOS y Windows Phone.


3-Seguridad del usuario
Android es el sistema operativo móvil más popular que existe actualmente, un hecho que lo ha colocado en el punto de mira de los cibercriminales provocando un aluvión de ataques y de malware. Esto es lo que podemos llamar “el precio de la fama”, un precio que los sistemas operativos Windows para ordenador conocen muy bien.

Si a lo dicho unimos la mayor libertad que ofrece Android de cara a personalizar el dispositivo, el sistema de permisos de las aplicaciones y las carencias del sistema de control de acceso de aplicaciones a Google Play nos encontramos claramente ante una plataforma que no puede responder a los retos de seguridad que se le han planteado, así de simple.

Es evidente que un usuario avanzado sabrá cuidar su terminal, pero incluso éstos pueden llegar a ser víctimas de engaños especialmente cuidados y elaborados como aquellos que, por ejemplo, ocultan malware detrás de aplicaciones funcionales aparentemente inofensivas.

Podría poner muchos ejemplos pero siendo fiel a mi idea de hablar de cosas que he probado o que realmente he conocido puedo traer a colación una experiencia de un familiar con Android, que con la descarga de una simple aplicación del tiempo vio cómo acababa suscrito a un servicio de SMS premium durante casi un mes entero.

Por contra iOS y Windows Phone son plataformas cerradas, pero su ecosistema de aplicaciones es mucho más seguro que el de Google.

Memoria RAM insuficiente

Muchos smartphones con cierta antigüedad o de gama baja calzan una memoria RAM de 1 GB o incluso menos, de 512 MB. Es por ello que si usas una aplicación pesada o muchas aplicaciones diferentes a la vez en multitarea, el teléfono no da más de sí y puede bloquearse o funcionar de una forma muy lenta, con la desesperación que ello conlleva. 

Debido a las particiones de la memoria interna, aunque haya espacio disponible, está reservado a los archivos y aplicaciones que el sistema necesita para funcionar. Este es uno de los principales motivos de que quede poco espacio, sí, pero será imposible utilizarlo. Ello provoca que, llegado un punto, si quieres instalar una aplicación nueva, debes borrar otras, y en caso de que no puedas borrar algo, porque realmente lo necesitas, te quedarás sin poder disfruar de esa nueva aplicación. Windows Phone, por ejemplo, permite instalar TODO en la tarjeta SD, cosa que en Android no es posible a pesar de que te den la posibilidad de moverlo a esa tarjeta. En esos casos la app no se mueve completa y parte de la misma, para poder seguir funcionando, permanece en la memoria interna del teléfono lo que a la larga desemboca en el mismo problema.

Notas finales
Tengo claro que Google tiene que ponerse manos a la obra y mejorar muchas cosas en su plataforma móvil, aunque la principal es acabar de una vez con la fragmentación y la lentitud de los fabricantes en el lanzamiento de actualizaciones.

No es bueno que Android Lollipop no supere el 9% de cuota de mercado casi un año después de su lanzamiento, pero tampoco lo es la fuerte presencia del “abuelo” Gingerbread, que mantenía un 5,7% de cuota, y es que por increíble que parezca se siguen comercializando terminales con Android 2.3.

En definitiva ese debería ser el comienzo, la base sobre la que construir un Android mejor, más seguro, sin fechas de caducidad artificialmente prefijadas y del que realmente puedan disfrutar adecuadamente todos los usuarios, un Android con un mínimo de control.




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