1. Diógenes
Diógenes de Sinope fue algo asĆ como una versión arcaica del trol de Internet. Cada una de sus acciones parecĆan pensadas con el Ćŗnico propósito de molestar, criticar, ridiculizar o cabrear a la gente.
Entre sus actividades favoritas se contaba masturbarse en pĆŗblico para demostrar que la felicidad correspondĆa al hombre que no seguĆa las normas, o congregar a grandes audiencias a su alrededor gracias a su elocuencia para, de pronto, detenerse abruptamente y proceder a aliviar sus necesidades corporales.
Otros de sus pasatiempos era cabrear a sus colegas de profesión. Por ejemplo, cuando Platón definió al humano como un “animal bĆpedo sin plumas” y recibió grandes alabanzas por ello, Diógenes procedió a desplumar un pollo y entró en su academia al grito de “He aquĆ, te he traĆdo un hombre”. Tras el incidente, Platón decidió incluir “con uƱas anchas y planas” a su definición.
Pero, quizĆ”, la anĆ©cdota mĆ”s cĆ©lebre que protagonizó fue la que tuvo lugar durante su encuentro con Alejandro Magno. En el cĆ©nit de su imperio, el emperador conquistó la ciudad donde Diógenes se encontraba en ese momento. Habiendo oĆdo hablar de las hazaƱas del famoso filósofo, Alejandro quiso conocerle. Para demostrar su admiración, el emperador le ofreció cualquier cosa que desease, a lo que Diógenes contestó: “SĆ, fantĆ”stico. MuĆ©vase a la izquierda. Me estĆ” tapando el sol”.
Y asĆ podrĆamos seguir hasta dedicarle este artĆculo enteramente a Ć©l.
2. Victor Lustig
Victor Lustig era un timador checo que se ganaba la vida con el contrabando de dinero y vendiendo una mĆ”quina que, supuestamente, imprimĆa billetes.
Pero en 1925 tuvo la mejor idea de su vida.
Aprovechando que la Torre Eiffel estaba siendo objeto de diversas controversias, se hizo pasar por un oficial del gobierno y convenció a unos mercaderes de que el ayuntamiento de la ciudad la querĆa vender el monumento como chatarra.
Por si fuera poco, en el momento de cerrar el trato, Lustwig les dio a entender que se trataba de una operación corrupta y que debĆa cobrar un soborno. Los clientes accedieron, por lo que el timador no solo se llevó el dinero de la supuesta venta de la torre, sino tambiĆ©n el correspondiente a un soborno imaginario.
Cuando las vĆctimas descubrieron el engaƱo, estaban tan avergonzadas que no lo denunciaron.
Un mes despuĆ©s de esa primera venta, Lustig intentó volver a venderla. Esta vez, sin embargo, no tuvo tanto Ć©xito, y sus vĆctimas le acabaron denunciando a la policĆa.
AĆŗn asĆ, logró evadir el arresto y acabó estafĆ”ndole 50.000 dólares al mismĆsimo Al Capone.
3. Alan Sokal
Una maƱana, el fĆsico estadounidense Alan Sokal se despertó y decidió que estaba harto del postmodernismo.
Se sentó en su silla y escribió un artĆculo con la intención de mandarlo aSocial Text, una revista acadĆ©mica de estudios culturales.
El artĆculo se titulaba Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity ( La transgresión de las fronteras: hacia una hermenĆ©utica transformativa de la gravedad cuĆ”ntica) y en Ć©l sostenĆa la sorprendente tesis de que la realidad fĆsica era un constructo social, y que, por lo tanto, si no creyĆ©ramos en ella, no nos afectarĆa.
En realidad, el texto no era mĆ”s que una sucesión de sandeces en las que se mezclaban afirmaciones falsas, conjeturas cientĆficas sin fundamento, clichĆ©s izquierdosos, citas pretenciosas y toda clase de ideas absurdas.
Pues bien, el artĆculo fue publicado y Sokal logró su cometido: demostrar que una revista de humanidades posmoderna publicarĆa un texto plagado de sinsentidos siempre y cuando sonase bien y apoyase los prejuicios ideológicos de los editores.
4. Oliver "Porky" Bickar
La mañana del 1 de abril de 1974, los residentes de Sitka, Alaska, alzaron su vista al cielo con preocupación.
Una amenazante columna de humo negro estaba emergiendo del crĆ”ter del monte Edgecumbe. Tras 400 aƱos dormido, parecĆa como si el volcĆ”n estuviese a punto de entrar en erupción.
Preocupados, los habitantes de la localidad avisaron a las autoridades. La Guardia Costera entró en acción y mandó un helicóptero para que investigara la zona.
A medida que el piloto se acercaba a la montaƱa, la columna de humo se hizo mĆ”s grande. Cuando finalmente pudo situarse justo en el centro para observar el crĆ”ter no podĆa creer lo que veĆa. Miró mĆ”s fijamente y soltó una carcajada.
Apilados en el cono volcĆ”nico, vio una enorme montaƱa de viejos neumĆ”ticos ardiendo. Justo al lado, habĆa un mensaje pintado con spray:APRIL FOOL (April Fool's es el equivalente anglosajón a nuestro dĆa de los inocentes).
El autor de la inocentada habĆa sido Oliver "Porky" Bickar, un bromista local que llevaba tres aƱos esperando a que las condiciones del cielo fuesen las adecuadas para llevar a cabo su plan.
Su hazaƱa acabó dando la vuelta al mundo. Afortunadamente para Ć©l, la inmensa de mayorĆa de sus paisanos se lo tomaron con humor.
5. George Parker
—Oiga seƱor, ¿quiere comprar el puente de Brooklyn?, esta semana estĆ” en venta.
—¿Para quĆ© iba a comprarlo?
—¿Ha pensado usted en el dinero que podrĆa sacar si hiciera pagar un peaje?
—Ah bueno... sĆ … pero, ¿estĆ” seguro que estĆ” en venta?
—¿QuĆ© necesita, ver una pegatina de “en venta” en el puente?
Durante 30 aƱos, George Parker mantuvo conversaciones como esta dos veces a la semana. Y la gran mayorĆa de ellas logró su cometido: vender el puente de Brooklyn a ciudadanos ingenuos.
A menudo, los nuevos “propietarios” procedĆan a instalar cabinas de peaje, hasta que aparecĆa la policĆa y les informaba que habĆa sido vĆctimas de una estafa.
El puente era su monumento favorito, pero también vendió el Madison Square Garden, la Estatua de la Libertad y el Metropolitan Museum of Art.
Finalmente, Parker fue sentenciado a cadena perpetua en 1928. Murió en la cÔrcel ocho años después.
6. Nevil Maskelyne
Era una tarde de junio de 1903 y la audiencia del teatro londinense donde se celebraba la conferencia de la Royal Institution estaba expectante.
El propósito del acto era hacer una demostración de las posibilidades de una emergente maravilla tecnológica: un sistema de comunicación inalĆ”mbrica de largo alcance que habĆa desarrollado un ingeniero italiano llamado Guillermo Marconi. El objetivo era enseƱar, por primera vez en pĆŗblico, que un mensaje en código Morse podĆa ser enviado a larga distancia de forma inalĆ”mbrica. Concretamente, la seƱal iba a recorrer los 500 kilómetros que separaban Cornuales de Londres.
De pronto, cuando la demostración todavĆa no habĆa empezado, el aparato situado en el teatro empezó a emitir un mensaje . Al principio eran palabras que se repetĆan una y otra vez, pero pronto se convirtieron en un poema sarcĆ”stico que acusaba a Marconi de estar timando al pĆŗblico. El acto habĆa sido hackeado.
El autor del sabotaje habĆa sido Nevil Maskelyne, un mago e inventor britĆ”nico que querĆa demostrar las enormes fallas de seguridad que tenĆa la joven tecnologĆa. No es extraƱo, pues, que se le considere uno de los primeros predecesores de los hackers informĆ”ticos.
7. Mark Gubin
Mark Gubin vive cerca del aeropuerto.
Un dĆa de 1978 decidió que querĆa dar una bienvenida especial a los pasajeros que llegasen a su ciudad. Cogió un bote de pintura blanca y pintó “WELCOME TO CLEVELAND” con letras enormes en el tejado de su casa.
¿Que por quĆ© es un trol?
Gubin no vive en Cleveland, sino en Milwaukee.
No es difĆcil imaginarse la cantidad de viajeros que, a lo largo de los Ćŗltimos cuarenta aƱos, habrĆ”n mirado por la ventana y habrĆ”n pensado un sonoro “mierda” al pensar que se han equivocado de avión.
“No hay ninguno propósito real para tener la seƱal excepto la locura, que es algo que tiende a ser bastante bueno”, dijo Gubin a un periódico local en 2005.
Una afirmación que, probablemente, podrĆan suscribir la mayorĆa de protagonistas de este lista.