James Conway trabajó casi 40 años en el sistema penitenciario estadounidense y fue llevado a una cárcel en Noruega llamada Halden, quizá una de las más liberales del mundo. En un principio, Conway no puede creer la hermosura del lugar que rodea a la cárcel escandinava y más se impresiona cuando ve el interior: una sala de música, una sala de estar con juegos de video, una cocina bien equipada con cubiertos metálicos y platos de porcelana y así cientos de cosas que jamás se verían en una prisión normal.
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