Prueba decir «no» en circunstancias en las que todo el mundo diría «sí». El subidón de adrenalina es brutal, adictivo y edificante. Di «no» de manera sistemática y automática. Es una sensación maravillosa, la mejor y más barata manera de recuperar la autoestima dañada, no te dejes engañar por coachs, monitores, sacacuartos 2.0, gurús, charlatanes, chamanes, psicoanalistas y otros mercaderes del alma. Niégate, alto y claro.
El «sí» conduce a la ruina, al descrédito, a la irrelevancia... Por ejemplo, los referéndums se han diseñado para que siempre gane el «sí», como de hecho suele suceder.
La historia de la humanidad se ha edificado sobre personas que en algún momento crítico de sus vidas han sabido decir «no».
Hay que ir un paso más allá de Bartleby, el escribiente ideado por Herman Melville, que siempre respondía ante cualquier requerimiento: «Preferiría no hacerlo» y, en efecto, no lo hacía.
Es más fácil decir no, sin rodeos, sin paliativos, sin paños calientes.
—¿Quieres que te chupe la polla?
—No.
—Te invito a un crucero.
—No.
—¿Me prestas cien euros?
—No.
—Apúntate a un gimnasio, que estás más fofi que sano.
—No.
—¿Quieres que te recomiende a mi psiconalista? Es fantástico.
—No.
—¿Tostadas, churros, huevos revueltos, pan con tomate?
—No.
—¿Por qué no te vas a la mierda?
—Porque no.
Diciendo «no» ahorrarás dinero, evitarás problemas, te forjarás una identidad y te granjearás el respeto de amigos y enemigos. Tu vida experimentará una mejora en menos de siete días de tratamiento. Sin dietas, ni terapias, ni rutinas, ni ejercicios; simplemente dile que no a todo.
En octubre de 1940 Franco intentó enredar a Hitler en Hendaya para participar en la II Guerra Mundial. Y Adolf, que no lo veía muy claro le contestó, simple y llanamente: —Nein.
Es probable que gracias a esa negativa (o por su culpa) los españoles no hablen alemán.
Es curioso, pero la palabra «No» es muy parecida en casi todos los idiomas: no, ne, nu, nein, not… Pero «Sí», que es el vocablo de la capitulación en el idioma de los débiles, tiene múltiples grafías y sonidos: yes, sí, da, ja, tac, oui… ¿Por qué decir «no» es más internacional que decir «sí»? Habría que hurgar en razones sociolingüísticas, geopolíticas, estructurales y en las barras de los bares.
Pero no se equivoquen, hay formas de decir «no» que parecen un «sí». Esto es para usuarios avanzados; veamos un ejemplo.
—Cariño, ¿te importa que mi madre se instale con nosotros unas semanas, mientras terminan la reforma de su casa?
—Sí.
La primera película de la exitosa saga 007 se titulaba James Bond contra el Doctor No, (Terence Young, 1962). Lo curioso es que el mencionado villano no dice no en casi toda la cinta. Sí, es esa peli en la que Ursula Andress salió del mar en bikini y cortó la respiración de nuestros padres (y de algún abuelo también). Aunque no se lo crean, cuando Sean Connery la visitó una noche a su caravana con intenciones lúbricas, ella le dijo un «No» que casi le cuesta la carrera.
Las religiones lo tienen muy claro, por eso la inmensa mayoría de sus preceptos, mandamientos, órdenes tajantes y otros desvaríos teológicos comienzan por la palabra de marras. Veamos algunos ejemplos:
- No desearás a la mujer de tu prójimo.
- No robarás.
- No beberás alcohol.
- No matarás (bueno, a veces sí).
- No comerás cerdo.
- No harás caricaturas de Mahoma.
- No irás en autobús los sábados por Tel Aviv.
- No te harás pajas.
Y mi favorita:
No pronunciarás el nombre de Dios en vano.
Para la mitad de la mayoría, Dios es un jugador de Fútbol: Maradona en Argentina, Luis Suárez en Uruguay, Neymar en Brasil, Messi en España... así que estamos embromados.
Para terminar, ¿les ha gustado este artículo? Repitan conmigo: «No».
No pronunciarás el nombre de Dios en vano.
Para la mitad de la mayoría, Dios es un jugador de Fútbol: Maradona en Argentina, Luis Suárez en Uruguay, Neymar en Brasil, Messi en España... así que estamos embromados.
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