Son muchas las razones para viajar a Austria: el chocolate, las pistas de esquí, la música clásica, Viena, Salzburgo… Ahora, a todos estos atractivos turísticos hay que añadirle uno más. Se trata de un museo muy particular en el que encontrarás numerosas piezas peculiares como pocas. No sirven para nada casi nada, pero que alguien tuviera esas increíbles ideas ya demuestra algo digno de admiración: una creatividad desbordante. Bienvenidos al Nonseum.

El Nonseum se encuentra ubicado en la pequeña localidad de Herrnbaumgarten, en el noreste del país, a apenas una hora de Viena por carretera. El merito de lo allí expuesto no es otro que la asombrosa capacidad de no servir para nada, más allá del divertimento generalizado. Porque, seamos sinceros, ¿para qué queremos, por ejemplo, unos sacos de dormir para murciélagos? Unas pequeñas bolsas de tela negra cuelgan de las paredes del museo, compartiendo espacio con unas pinzas de la ropa que vienen con una palometa incorporada para apretar o aflojar y con la que se abre o cierra la pinza. Tecnología punta.

La lista es interminable: hay también protectores para zapatos de tacón, algo que puede provocar la risa aunque probablemente más de una mujer agradezca su existencia. 

¿Y quién ha dicho que las dentaduras postizas no merezcan una ortodoncia? También las hay; ahora solo falta ver cómo funcionan…

Otros inventos muestran desde el principio su utilidad. Sin embargo, dudamos que alguien los use llegado el momento. Por ejemplo, un tapón para un ‘plato lavabo’, que te permite tirar la sopa que no te hayas comido por debajo de ti.

En cualquier caso, los objetos, como este triciclo para gemelos, guardan un mensaje claro: según Susanne Machac, una de las gerentes del museo, hay una crítica a la sociedad de consumo moderna. “Es una filosofía de vida: todo esto son cosas que no necesitamos de verdad, pero al menos estamos admitiendo que de verdad no las necesitamos”, explica.

Eso sí, tampoco hay que generalizar. Seguramente, más de uno pagaría por alguno de los inventos. ¿O es que un jardinero no desearía tener una pala con asiento reclinable, como la de la foto inferior? 

¿Qué comensal no ansiaría poseer un muelle con ventosas para alzar el plato y comer bien la sopa? 

¿Y una ‘barra de anonimato’ con la que tapar nuestros ojos cuando vayamos por la calle, cual preso o menor de edad, y así evitar salir en las fotos de los turistas?

Además de inventos propios, el Nonseum también tiene colecciones de objetos nacidos con anterioridad. Una de las más destacadas es la de ojales de botón, única en el mundo según los responsables del museo. Afirman que uno de ellos es un ojal del traje militar del mismísimo Napoleón.

Y sí, la tecnología también tiene su presencia en el Nonseum. Este rifle que tiene el cañón desviado hacia atrás es presentado como la máquina para realizar el último y definitivo ‘selfie’. De esta manera, se podría disparar a la persona que está detrás de nosotros o lanzar tiros al aire con la esperanza de dar a alguien. Dudamos de su efectividad. 

Cada año, unas 5.000 personas de todo el mundo se acercan a Herrnbaumgarten, que apenas cuenta con 1.000 habitantes, a ver creaciones absurdas como unas gafas con forma de cerradura para ‘voyeurs’ adictos.

La idea de abrir el museo, que ocurrió en 1994, venía de lejos, concretamente de 1984, cuando unos amigos organizaron una feria de inventos fallidos. Aquel encuentro fue un éxito y ahora, en los tres edificios que componen el complejo, se exhiben numerosas creaciones suyas, a las que se van añadiendo otras nuevas con una cierta periodicidad.






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