Charles Domery, también conocido como Charles Domerz (c. 1778 – después de 1800), fue un soldado polaco conocido sobre todo por tener un apetito inusual, apetito que lo llevó a devorar gatos, ratas, además de que en una ocasión intentó comerse una extremidad humana.
Mientras estuvo alistado en el ejército de Prusia que se enfrentaba a Francia en la guerra de la Primera Coalición, Domery notó que las raciones de alimentos para los prusianos eran insuficientes, así que desertó para incorporarse al Ejército Revolucionario Francés a cambio de comida. Si bien estaba saludable, solía tener un hambre voraz durante su permanencia en las filas francesas y comía cualquier alimento que estuviese a su alcance. Cuando las tropas estaban estacionadas cerca de París, existe un testimonio de que Domery llegó a devorar 174 gatos en un año y, aunque no le gustaban las legumbres, podía ingerir de 1,8 a 2,3 kg de césped al día si no hallaba otro tipo de alimento. Inclusive, mientras servía en la fragata francesa Hoche intentó comerse la pierna de un miembro de la tripulación, amputada por un cañonazo, antes de que uno de sus compañeros lo impidiera.
En febrero de 1799, fuerzas británicas capturaron el Hoche y llevaron a su tripulación, incluido Domery, a Liverpool. Ahí, el polaco sorprendió a sus captores con su apetito aparentemente insaciable y, aunque le daban de comer el equivalente a diez raciones normales para un solo prisionero, él aún seguía con hambre. Se sabe que se llegó a comer al gato de la prisión y al menos hasta veinte ratas que entraron a su celda, e incluso algunas velas. El caso de Domery atrajo la atención de The Commissioners for taking Care of Sick and Wounded Seamen and for the Care and Treatment of Prisoners of War ('Comisionados para el cuidado de los marineros enfermos y heridos y para el cuidado y el trato de los prisioneros de guerra'), que era la institución encargada de los servicios médicos de la Marina Real Británica en el siglo XVIII. Esta realizó un experimento para evaluar su capacidad de alimentación. En un solo día, sus empleados le dieron de comer varios kg de carne cruda de la ubre de una vaca, carne de res cruda, velas de sebo y cuatro botellas de porter, y tras ingerir todo lo anterior, no defecó, orinó o siquiera vomitó.
Otro caso similar es el de Tarrare (c. 1772 - 1798) un soldado francés que, presentaba cuadros voraces de hambre. Debido a que sus padres no le podían abastecer de todo el alimento que requería, dejó su casa siendo un adolescente. Posteriormente, viajó a París y se integró al Ejército Revolucionario Francés, en plena guerra de la Primera Coalición. No obstante, a Tarrare no le proporcionaban las raciones suficientes para satisfacer su apetito, por lo que se veía en la necesidad de obtener cualquier alimento que hallase en el desagüe. Más tarde, se lo hospitalizó y, aprovechando la situación, le realizaron experimentos médicos.
Durante la prueba, consumió lo equivalente a quince comensales, además de devorar a gatos, serpientes, lagartijas y perros pequeños, todos ellos con vida. Incluso, se tiene conocimiento de que llegó a comerse una anguila completa, sin masticarla antes. Su caso médico tuvo varias similitudes con el de Domery, en particular en cuanto a que ninguno de estos presentaba algún indicio de enfermedades mentales. No obstante, Tarrare tenía más bien una estatura promedio (mientras que Domery era alto), además de un carácter apático.
En el caso del polaco, no se tiene información sobre lo que ocurrió con él tras los correspondientes experimentos. Tarrare, tras pasar una mala experiencia como prisionero de guerra, decidió someterse a cualquier procedimiento que le erradicara ese apetito voraz que tenía, por lo que se le trató con láudano, píldoras de tabaco, vinagre y huevo cocido. Sin embargo, ninguno de estos funcionó y no se pudo mantenerlo en una dieta equilibrada. Desesperado, Tarrare intentó beber la sangre de otros pacientes del hospital y devorar los cadáveres que se hallaban en la morgue del edificio. Esto le llevó a ser expulsado de la institución médica, y no se lo vería hasta tiempo después, cuando apareció en público sufriendo de tuberculosis. Murió en 1798.
Durante la prueba, consumió lo equivalente a quince comensales, además de devorar a gatos, serpientes, lagartijas y perros pequeños, todos ellos con vida. Incluso, se tiene conocimiento de que llegó a comerse una anguila completa, sin masticarla antes. Su caso médico tuvo varias similitudes con el de Domery, en particular en cuanto a que ninguno de estos presentaba algún indicio de enfermedades mentales. No obstante, Tarrare tenía más bien una estatura promedio (mientras que Domery era alto), además de un carácter apático.
En el caso del polaco, no se tiene información sobre lo que ocurrió con él tras los correspondientes experimentos. Tarrare, tras pasar una mala experiencia como prisionero de guerra, decidió someterse a cualquier procedimiento que le erradicara ese apetito voraz que tenía, por lo que se le trató con láudano, píldoras de tabaco, vinagre y huevo cocido. Sin embargo, ninguno de estos funcionó y no se pudo mantenerlo en una dieta equilibrada. Desesperado, Tarrare intentó beber la sangre de otros pacientes del hospital y devorar los cadáveres que se hallaban en la morgue del edificio. Esto le llevó a ser expulsado de la institución médica, y no se lo vería hasta tiempo después, cuando apareció en público sufriendo de tuberculosis. Murió en 1798.