Homero Simpson se ha convertido en un icono universal de la holgazanería: no duda en engordar hasta los 136 kilos para que le den la incapacidad en la central nuclear y poder trabajar desde casa con un horrendo y amplio vestido de flores. 

Pese a su pereza existencial y sus limitaciones intelectuales (no debe ser fácil trabajar cuando un mono tocando los platillos constantemente en tu mente), este padre de familia ha desempeñado profesiones de todo tipo en las que ha dejado bien clara su ineptitud.





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