Debía de ser un infierno vivir sin poder crear comida con una impresora 3D. Todo esa hambre en el mundo...
Cada vez que veo imágenes de cómo era el mundo en 2015, hace 20 años, pienso lo mismo: menuda mierda.
Voy a ducharme. El controlador automático de la ducha detendrá el chorro a los 50 litros. La mitad de la cantidad que gastaban en 2015.
Me visto. ¿Ropa hecha con animales? Desde que la gente comenzó a sufrir enfermedades transmitidas por el contacto con tejido animal en la ropa dejamos de ir cubiertos con trozos de cadáver.
Me visto. ¿Ropa hecha con animales? Desde que la gente comenzó a sufrir enfermedades transmitidas por el contacto con tejido animal en la ropa dejamos de ir cubiertos con trozos de cadáver.
¿Cómo podía haber hambre en el mundo? Porque no había impresoras 3D
Toda aquella plaga de enfermedades en la piel hace años nos enseñó algo para siempre: solo aprendemos cuando sufrimos el daño en carne propia.
Hace un día estupendo. Hoy no trabajo. Ni ayer, ni mañana. Vivo súper bien desde que todos los gobiernos del mundo se pusieron de acuerdo en algo: ganarse la vida trabajando es una contradicción de términos.
Instauraron la renta básica universal. Una cantidad de dinero asignado a cada ciudadano solo por el hecho de existir. O sea, habiendo nacido ya te habías ganado la vida.
¿Cómo podíamos trabajar tanto? Porque no teníamos clones
Mis padres me cuentan que muchos agoreros pensaban que la renta básica sería sinónimo del fin de la civilización tal y como la conocemos. Que ya nadie haría nada. Que estaríamos todos rascándonos la barriga delante de una pantalla en casa. Error. Los clones eran la salvación. Cada persona envía algunos de sus clones a hacer algún trabajo para que todo siga marchando. Los míos hoy están limpiando una piscina municipal. Ya ves tú.
Con eso se consigue un dinerillo extra. Y con él me he comprado un nuevo monopatín volador. El otro ya era viejo, casi un prototipo. Menudos golpes se pegaban los primeros que lo probaban.
¿Cómo podíamos tener esa ansiedad? Porque no había monopatines voladores
Y qué chaladura aquellas ciudades llenas de coches, ocupando tanto espacio, contaminando tanto y haciendo tanto ruido.
Ahora solo se ven personas. Más zonas verdes. ¡Hey! Y un gato ahí abajo. Qué raro, un gato en la ciudad, ¿a qué habrá venido? Desde que todos los gatos decidieron escapar de sus dueños hacia el campo no suelen verse mucho por aquí.
Dice la leyenda que prácticamente ningún amo trató de buscarles, simplemente se habían pasado de moda. Seguro que ahora están mejor. Los gatos, digo.
¿Cómo podíamos negar el amor? Porque no nos habíamos enamorado de alguien de otro planeta
El otro día leí que en 2015 muchas personas del mismo sexo no podían casarse. Me pregunto qué pensará un habitante de la Tierra entonces de que ahora podamos casarnos con personas, no solo del mismo sexo, sino de diferentes planetas.
Solo hay algo mal visto hoy en día en cuanto al sexo. Tirarte a tu clon.
Toda aquella plaga de enfermedades en la piel hace años nos enseñó algo para siempre: solo aprendemos cuando sufrimos el daño en carne propia.
Hace un día estupendo. Hoy no trabajo. Ni ayer, ni mañana. Vivo súper bien desde que todos los gobiernos del mundo se pusieron de acuerdo en algo: ganarse la vida trabajando es una contradicción de términos.
Instauraron la renta básica universal. Una cantidad de dinero asignado a cada ciudadano solo por el hecho de existir. O sea, habiendo nacido ya te habías ganado la vida.
¿Cómo podíamos trabajar tanto? Porque no teníamos clones
Mis padres me cuentan que muchos agoreros pensaban que la renta básica sería sinónimo del fin de la civilización tal y como la conocemos. Que ya nadie haría nada. Que estaríamos todos rascándonos la barriga delante de una pantalla en casa. Error. Los clones eran la salvación. Cada persona envía algunos de sus clones a hacer algún trabajo para que todo siga marchando. Los míos hoy están limpiando una piscina municipal. Ya ves tú.
Con eso se consigue un dinerillo extra. Y con él me he comprado un nuevo monopatín volador. El otro ya era viejo, casi un prototipo. Menudos golpes se pegaban los primeros que lo probaban.
¿Cómo podíamos tener esa ansiedad? Porque no había monopatines voladores
Y qué chaladura aquellas ciudades llenas de coches, ocupando tanto espacio, contaminando tanto y haciendo tanto ruido.
Ahora solo se ven personas. Más zonas verdes. ¡Hey! Y un gato ahí abajo. Qué raro, un gato en la ciudad, ¿a qué habrá venido? Desde que todos los gatos decidieron escapar de sus dueños hacia el campo no suelen verse mucho por aquí.
Dice la leyenda que prácticamente ningún amo trató de buscarles, simplemente se habían pasado de moda. Seguro que ahora están mejor. Los gatos, digo.
¿Cómo podíamos negar el amor? Porque no nos habíamos enamorado de alguien de otro planeta
El otro día leí que en 2015 muchas personas del mismo sexo no podían casarse. Me pregunto qué pensará un habitante de la Tierra entonces de que ahora podamos casarnos con personas, no solo del mismo sexo, sino de diferentes planetas.
Solo hay algo mal visto hoy en día en cuanto al sexo. Tirarte a tu clon.
Egoincesto, lo llaman.
Dicen los expertos que es la huella robótica de aquellos egocéntricos y egoístas antepasados nuestros de 2015.
2035 es maravilloso, en serio
Dicen los expertos que es la huella robótica de aquellos egocéntricos y egoístas antepasados nuestros de 2015.
2035 es maravilloso, en serio