Es verdad, con el tiempo y la evolución, los humanos hemos perdido la gran mayoría de nuestro pelo. El poco que nos queda, insistimos en sacarlo: desde cera hasta láser o luz pulsada, probamos prácticamente todo. El único pelo por el que parecemos tener un poco de respeto es el que cubre nuestras cabezas, aunque mucha gente también se deshace de él. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve el pelo? Te lo contaremos a continuación:
Abrigo y algo más
Sin importar si pensamos en nuestra especie o en algún otro mamífero, una de las principales funciones del pelo es bastante obvia: nos mantiene abrigados. Es la razón por la que los animales que viven en climas fríos, como los zorros árticos, tienen pelajes tan abundantes y densos. Pero eso no es lo único que hace el pelo.
En muchos casos, puede servir como camuflaje. Si volvemos al caso de los zorros árticos, su pelaje blanco les permite esconderse en la nieve. En muchos casos, el pelo también sirve de protección. Algunos casos son más extremos, como los erizos, cuyas espinas son en realidad una suerte de pelos huecos cubiertos por keratina. En otros casos, el pelo puede ser una protección contra los rayos UV del sol.
Entonces, ¿por qué lo perdimos?
Parecería que cuanto más atrás vamos en el árbol genealógico de nuestra especie, más pelo encontramos. Acabamos de ver que cumple varias funciones muy útiles… entonces, ¿por qué fuimos perdiendo nuestro pelaje?
La respuesta parecería ser, como suele serlo, la selección natural. En algún momento, ya sea por cambios climáticos o por el desarrollo de nuevas tecnologías, el pelaje que mantenía abrigados a nuestros antepasados dejó de ser una ventaja evolutiva.
Una teoría, es que la pérdida de su abrigado pelaje habría permitido a nuestros antepasados cazar en horas en que otros depredadores más peludos debían descansar en la sombra. Otra teoría bastante más difícil de creer es que en algún momento los humanos (o nuestros abuelos homínidos) habrían pasado por una etapa de vida acuática, en la que habrían perdido su pelo para moverse por el agua con más facilidad.
Lo que nos queda
Se cual sea la verdadera razón por la que comenzamos a perder el pelo, no lo hemos perdido todo. Nuestro cabello, por ejemplo, nos protege de la luz directa del sol y forma una especie de capa aisladora entre nuestro cuero cabelludo y la superficie más caliente de nuestro pelo para que el sudor se evapore y nos refresque.
Aunque los expertos todavía no se ponen de acuerdo sobre si algunos de nuestros pelos tienen un uso o son un simple vestigio evolutivo, sí hay muchos otros, además del cabello, que cumplen una función. Este es el caso de las cejas (que impiden que el sudor llegue a nuestros ojos) o incluso el tan detestado y depilado vello púbico.
El pubis es una de esas zonas donde el vello suele crecer en abundancia.
En primer lugar es un protector natural ante la entrada de patógenos al organismo, ya que con su presencia, forma una especie de barrera que dificulta la entrada de patógenos al sistema urogenital, principalmente en las mujeres, ya que la vagina es mucho más ancha y accesible para los gérmenes que el conducto masculino.
Por otro lado, estos vellos actuarían también como amortiguadores de la irritación en la región genital durante el coito o acto sexual, caracterizado por un continuo roce durante un tiempo que, de ser solo de piel contra piel, puede causar enrojecimientos y afectaciones de la epidermis que pueden resultar muy incómodas.
Estas dos serían las funciones que hoy en día darían más significado al vello púbico, aunque otras razones también se han planteado, como por ejemplo, su papel como regulador de la temperatura. Esto es importante sobre todo en el caso de los testículos, ya que los cambios bruscos de temperatura pueden dañar sensiblemente la producción de espermatozoides. Hoy en día este papel esta minimizado ya que, aunque no todos lo hacen, es usual el uso de la ropa interior que ya cumple este papel.
Otra función, ya en desuso pero que en su momento histórico pudo ser importante, es la de indicador de la llegada de la madurez sexual, que advertía entonces que la hembra estaba lista para la procreación o que el macho tenía la madurez apropiada para ello. Hoy en día esta función se enmascara por el uso de las vestimentas y más recientemente por la propia moda de la depilación.