En las últimas décadas se han puesto de moda productos como el jabón antibacterial, el alcohol en gel y los desinfectantes que prometen eliminar el 99.99999% de las bacterias. Sin embargo, ya sabemos que nada de eso funciona.
Además de que no es posible (ni necesario) eliminar las bacterias de absolutamente todo lo que tocamos, una reciente investigación ha descubierto que los jabones antibacteriales podrían estar relacionados con el desarrollo de algunas enfermedades hepáticas.
Triclosán es el elemento químico en base al cual funcionan la mayoría de los antibacteriales del mercado. Una investigación a cargo de Robert Tukey, de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, concluyó que el tricolsán es un promotor de tumores hepáticos.
La investigación se llevó a cabo con ratones. A un grupo se le dio una alta concentración de triclosán y dietilnitrosamina, y a un grupo de control solo se le dio dietilnitrosamina, que es un potente agente pro-cancerígeno.
Todos los ratones, de ambos grupos, desarrollaron tumores de hígado. La diferencia, no obstante se encuentra en la cantidad, tamaño y agresividad de los tumores entre un grupo y otro. Los ratones que obtuvieron triclosán desarrollaron mucha más cantidad, más grandes y más agresivos tumores que el grupo de control. Los mecanismos de asimilación del triclosán en ratones y humanos es similar, por lo tanto los cientificos advierten que se debe seguir investigando el tema, particularmente el efecto en el cuerpo humano.
Parece que este químico no goza de demasiada popularidad y debería ser prontamente sustituido, ya que, además, su efecto antibacterial tampoco es demasiado seguro. Si los beneficios son insignificantes respecto a los riesgos, quizás su uso deba ser discontinuado. No obstante, los investigadores advierten que no se debería eliminar totalmente el uso del triclosán, ya que en algunos productos, como la pasta de dientes, es sumamente beneficioso.
Además de los posibles efectos nocivos para los humanos, los desechos de triclosán en el océano son peligrosos para la vida marina, por lo tanto, además de constituir un peligro sanitario para los humanos, constituye un riesgo medioambiental.