Un directivo de una empresa debe viajar a Japón para cerrar un importante negocio. Como dispone de varios meses antes de que todo esté preparado, decide tomar clases de japonés para impresionar a sus colegas orientales. Asà que contrata a una profesora de japonés y se ponen a trabajar en ello.
Tras cientos de horas de estudio y gracias a su plena dedicación, consigue un muy aceptable nivel de japonés.
Durante las conversaciones de negocios, los japoneses se muestran sorprendidos por su japonés. Sorprendidos y⦠divertidos.
En efecto, aunque habla muy bien japonĆ©s, se rĆen de Ć©l, incluso hacen comentarios de burla. ĀæPor quĆ©?
Veamos la respuesta:
En el idioma japonés existe un alto grado de distinción entre el lenguaje de las mujeres y el de los hombres. Las diferencias de la forma en que mujeres y hombres usan el idioma se puede detectar en niños de tan sólo tres años.
En japonĆ©s, la forma de hablar caracterĆstica de las mujeres se denomina onna kotoba, āpalabras de mujeresā o joseigo, ālenguaje de mujerā. Utilizan palabras intrĆnsecamente femeninas, formas mĆ”s educadas, mĆ”s suaves en el discurso, mĆ”s partĆculas interrogativas y sin palabras irrespetuosas. En general, las palabras y expresiones femeninas denotan una forma de hablar mĆ”s formal, deferente o suave.
El habla femenina incluye el uso de pronombres personales especĆficos, la omisión de la cópula da, el uso de partĆculas al final de frase tales como wa y un uso mĆ”s frecuente de los prefijos honorĆficos o y go.
La forma de hablar caracterĆstica de los hombres se denomina otokorashii, āvaronilā. Utilizan menos formas formales y en menos situaciones, usan formas bruscas, hablan en un registro inferior y usan palabras intrĆnsecamente masculinas.
Los hombres utilizan determinados pronombres personales masculinos, usan el informal da en lugar de la cópula desu, usan partĆculas masculinas al final de frase como zo, y usan prefijos honorĆficos con menos frecuencia que la mujer.
En general, las palabras y expresiones masculinas se consideran rudas, vulgares o duras, mientras que las palabras y expresiones femeninas denotan una forma de hablar mƔs formal, deferente o suave.
AsĆ que un hombre que usa palabras y expresiones femeninas puede ser considerado afeminado, aunque sus frases sean perfectamente correctas desde el punto de vista gramatical.
Y eso es lo que le ha ocurrido al directivo de nuestro enigma. Ha aprendido a hablar de una mujer y, al hablar como tal, ha provocado las risas de sus interlocutores a los que ha hecho gracia oĆr a un hombre hablando como mujer.