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Transilvania |
Si fuéramos a Transilvania desde Bucarest (lo más probable) lo normal es que atravesáramos esos Cárpatos a los que hacía referencia Stoker, y es justamente ahí donde a lo largo de los años se han mezclado las leyendas, místicas e historias sobre sus bosques y cadenas montañosas. Y es ahí también justamente donde nos encontramos el bosque de Hoia-Baciu, situado al oeste de la ciudad de Cluj-Napoca, también conocido a través de las historias y leyendas como el triángulo de las Bermudas de Transilvania.
Hoia-Baciu es un bosque que tiene una superficie de aproximadamente 3 kilómetros cuadrados. Su frontera sur comienza con una cresta que se extiende de este a oeste y su extremo oriental está bordeado por el Taietura Turcului, un valle que divide la colina norte de la sur. Un bosque de una belleza natural inusual, la cual muy probablemente haya conformado todas las historias paralelas a lo largo del tiempo que se han ido transmitiendo de generación en generación. Vayamos primero con sus “misterios”.
Según la misma “mitología” de los lugareños nos encontramos con un espacio natural donde se produciría el fenómeno del tiempo perdido. Lo que cuentan es que muchos de los que han accedido al bosque por un espacio relativamente corto de tiempo han perdido la noción del mismo, saliendo horas o incluso días después.
El mismo nombre que se le ha dado, el “triángulo de las Bermudas de Transilvania”, se remonta al pasado, un momento en la historia donde un pastor y su rebaño de 200 ovejas se adentraron en el bosque y desaparecieron sin dejar rastro. Desde ese momento Hoia-Baciu tuvo un segundo nombre.
Más tarde llegarían las primera leyendas que hablaban de un bosque “envenenado”. Se decía y aún se sigue contando que han sido muchos los que han salido del bosque con los mismos patrones y estados: ansiedad, náuseas, dolores de cabeza o lo más inexplicable para los habitantes de la zona, la gente salía con pequeñas heridas en forma de ligeras quemaduras, pequeñas ampollas o erupciones cutáneas.
Para convertirlo en todo un parque lúdico del misterio no han faltado las historias de ovnis. Desde principios de los años 60 son muchas las leyendas que hablan de grupos que se han adentrado en Hoia avistando desde extraños objetos en el cielo hasta lo que parecen ser sonidos inexplicables. Un lugar que hoy se ha convertido de peregrinaje para la investigación de estos fenómenos.
Para darle mayor veracidad a los acontecimientos hasta allí se acercó en la década de los 60 el biólogo Alexandru Sift con el fin de averiguar qué había de cierto en el bosque. El hombre se adentraría en varias expediciones realizando numerosas investigaciones y tomando fotografías del lugar. Una investigación que no arrojó conclusiones ni respuestas claras sobre los supuestos fenómenos que cuentan en la zona. En cambio, Sift diría más tarde que muchas de las fotografías que tomó le resultaban tremendamente extrañas con sombras y rastros que no recordaba que estuvieran cuando se encontraba sobre el terreno.
Para darle mayor veracidad a los acontecimientos hasta allí se acercó en la década de los 60 el biólogo Alexandru Sift con el fin de averiguar qué había de cierto en el bosque. El hombre se adentraría en varias expediciones realizando numerosas investigaciones y tomando fotografías del lugar. Una investigación que no arrojó conclusiones ni respuestas claras sobre los supuestos fenómenos que cuentan en la zona. En cambio, Sift diría más tarde que muchas de las fotografías que tomó le resultaban tremendamente extrañas con sombras y rastros que no recordaba que estuvieran cuando se encontraba sobre el terreno.
En fin, que como vemos, el tiempo y las historias que se han ido contando entre generaciones han acabado conformando todo un universo paralelo sobre fenómenos y eventos sobrenaturales para todos los fervientes creyentes del misterio.
Es verdad que la ciencia realmente jamás ha pasado por allí para explicar ninguna de estas historias… y es posible que no haga falta. Científicamente y si damos por válido que algunas personas han tenido tales episodios, se ha demostrado que aquellos que sufren de supuestas pérdidas de tiempo, esas horas o tiempo perdido en el bosque, se puedan deber como explicación a episodios psicóticos, parálisis del sueño o simples sueños lúcidos no controlados.
Lo mismo podríamos decir sobre las extrañas heridas que cuentan algunos habitantes. Lo más razonable sería pensar que únicamente nos encontramos ante reacciones, probablemente alérgicas sobre alguna de las plantas y vegetación que se pueden encontrar en el bosque. El resto de ideas las podríamos atribuir a la intencionalidad y la sugestión del hombre o simplemente a la firme creencia de quien tenga fe en ello, de que allí existe algún elemento que se escapa a la ciencia.
No sólo eso, la propia “mitología” del bosque Hoia-Baciu ha acabado atrayendo a cientos de personas, turismo que llega ávido de encontrar este tipo de experiencias y que no podemos obviar que ha beneficiado a los propios locales. Desde luego, eso no quita que nos encontremos ante un espacio fascinante, un lugar de donde viene el mismísimo Drácula y al que habrá que añadir como parte del folclore turístico a partir de ahora a este mágico bosque repleto de mitos y leyendas, el triángulo de las bermudas de Transilvania.