Y es que en ocasiones, la falta de aceptación de que los años pasan, puede llegar a derivar en acciones absurdas que, lejos de mantenernos jóvenes, nos llevan a situaciones ridículas y comportamientos bochornosos.
Vestir a los 50 como cuando teníamos 20
Esta reacción se ha provocado en mucha gente que no asume su edad y, en vez de buscar un estilo elegante y acorde con sus años, se empeña en mantaner el estilo de un jovencito. Ésto toma forma mediante peinados extravagantes fuera de lugar, faldas demasiado cortas, colores fosforitos y otros detalles que, no pueden por menos que provocar cierta vergüenza ajena en los que contempalan a estas personas.
Moraleja: todo tiene su edad y toda edad tiene su encanto. Un poco más de dignidad.
No asumir nuestro aspecto
Muy en la medida del anterior punto, se encuentra el hecho de no aceptar nuestro aspecto, es decir, ni nuestra edad ni nuestro peso ni nuestras arrugas. En consecuencia pasamos la vida haciendo dietas o con culpabilidad por no hacerlas. Usando todo tipo de tratamientos para la piel, manchas de la edad, arrugas...Y la verdad es que hay que asumir que los años pasan y a pesar de todos los tratamientos, ciertas partes ya no van a volver a su sitio.
Así que cuanto antes lo asumas, antes te quitarás un peso de encima y serás más feliz.
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Las operaciones estéticas desmedidas
Si en algún momento llegas a tener en mente estas operaciones extremas, sólo piensa en todos esos casos exageradoes de cirugía que nos han ido sorprendiendo y horrorizando a partes iguales: rostros y cuerpos deformados, extraños, artificiales...
Esta es, sin duda, una de las peores formas de intentar engañar a la edad porque, aparte de que nuestra salud peligra con las intervenciones, el resultado puede llegar a ser mucho peor que aparentar los años que uno realmente tiene de forma natural. Por eso, estas cirugías extemas son un mala idea por doble motivo.
Parecer una vieja gloria de otra época
Y es que en la adaptación está la clave. No cometas el error de quedarte estancado en los 80 porque lo relacionas con tu época de esplendor. Que sigas cardando tu pelo y manteniendo una estética propia de aquel entonces, no va a mantenerte eternamente joven ni te convertirá en un icono de modernidad sino en todo lo contrario. Mucho menos apropiado aún es cuando esa estética es llamativa y desmesurada. Te alejará más de la juventud y te acercarás peligrosamente o lo ridículo.