La Última Cena es sin duda uno de los episodios más representativos de la historia del catolicismo. Se trata de la última reunión de Jesucristo con sus discípulos, los doce apóstoles, una noche antes de su muerte en la cruz.
Fue la última ocasión en la que Jesús de Nazaret se reunió con sus discípulos (los doce apóstoles) para compartir el pan y el vino antes de su muerte. El cristianismo considera ese momento como el de la institución del sacramento de la eucaristía, y a esas "especies" como "el cuerpo y la sangre" de Cristo.
Entre los hechos que se incluyen en la narración de este episodio están el lavatorio (Cristo lavó los pies de los apóstoles) y dos profecías de Cristo, que se cumplieron en las horas inmediatas: la traición de Judas y la negación de Pedro. También se enuncia el denominado mandamiento del amor (amaos los unos a los otros como yo os he amado) y otras frases de Cristo de menos evidente interpretación, que dieron origen a la teoría política medieval de las dos espadas.
Algunas supersticiones populares (derramar sal, triscaidecafobia) tienen origen en lo narrado en este episodio evangélico.
Tras la cena, Cristo y once de los apóstoles (todos menos Judas) salieron de la ciudad de Jerusalén, produciéndose los siguientes episodios que inician la Pasión (la oración del huerto de los olivos y el prendimiento).
Sin embargo, más allá de las incontables representaciones artísticas de este suceso y de algunas referencias bíblicas, poco se sabe a "ciencia cierta" de él.
Un estudio realizado por dos arqueólogos italianos, Generoso Urciuoli y Marta Bergono, centrado en las costumbres gastronómicas y la cocina palestina de aquella época, concluyó que el menú que Cristo y sus apóstoles es muy probable que haya constado de fabada, cordero, aceitunas, hierbas amargas de la región, pan sin levadura, salsa de pescado, dátiles y un poco de vino aromatizado. Además, lejos de la representación habitual que tenemos de este acto, en aquella época la gente no se sentaba en una mesa rectangular sino que se reunían en el suelo, sobre cojines y alfombras.
Para extraer estas conclusiones los investigadores cruzaron referencias bíblicas, textos judaicos, antiguos documentos romanos e información arqueológica para determinar los hábitos culinarios que dominaban en Jerusalén en aquellos tiempos.