Durante más de 40 años científicos intentaron descifrar por qué ciertas partes de Canadá, particularmente la región de la Bahía de Hudson, presentaban menor gravedad que otras partes del mundo, un fenómeno descubierto por primera vez en la década de 1960, cuando se empezaron a estudiar los campos gravitacionales de la Tierra. 

La gravedad es proporcional a la masa, y puesto que la masa de la Tierra no se extiende de manera uniforme, e incluso puede cambiar de posición con el tiempo, la gravedad varía en distintas partes del planeta. Tomando esto en cuenta, surgieron dos teorías ofreciendo una explicación a tan curiosa anomalía.

La primera se centra en torno a las corrientes de convención que ocurren en el manto terrestre; la capa de magma entre la corteza y el núcleo (a una profundidad de 100 a 200 kilómetros bajo la superficie). Los movimientos del magma provocan el desplazamiento de las placas tectónicas, lo que puede afectar la gravedad en una zona específica.

La segundo hipótesis considera a la capa de hielo Laurentino, la cuál cubrió la mayor parte de Norteamérica durante las épocas glaciares cuaternarias, como la responsable de la falta de gravedad en ciertas partes de la Bahía de Hudson. Esta enorme capa de hielo, que tenía un grosor promedio de 3.2 kilómetros, lastró la Tierra con su gran peso. Al cabo de 10 mil años, se fundió dejando atrás una profunda hendidura.

Tras analizar la información recaudada entre abril 2002 y abril 2006 por los satélites del Experimento de Clima y Recuperación de Gravedad (GRACE, por sus siglas en inglés), investigadores del Centro Harvard-Smithsonian para la Astrofísica descubrieron que ambas teorías eran correctas.

La explicación en torno a la capa de hielo Laurentino representa entre el 25% y el 45% de la variación de la gravedad alrededor de la bahía de Hudson. El 55% a 75% restante probablemente se deba a las corrientes de convección.





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