Durante los últimos meses hemos empezado a leer y escuchar un término que, no sabíamos bien, qué significaba. Fines de semana que no sales de casa porque prefieres ver la última temporada de House of Cards de una sola vez o esa noche en la que comienzas viendo un inofensivo primer capítulo de Orange is the New Black hasta que ver amanecer mientras tú aún sigues clavado a la pantalla.
Eso, es el Binge-watching, o como Netflix y otras formas de vídeo en streaming han conseguido pegarnos al sofá como si no hubiese un mañana.
El pasado 2015, Netflix alcanzó cobertura en 190 países del mundo gracias a Internet y el concepto del streaming que tan familiar se ha vuelto durante los últimos meses. Una nueva fiebre traducida en montones y montones de series y películas almacenadas en una plataforma a la que podemos acceder a través de una módica tarifa y mucha disponibilidad por nuestra parte; aunque posiblemente eso no nos cueste tanto.
Esta nueva tendencia del streaming ha provocado que muchos de nosotros pasemos horas delante de la televisión devorando series para las que ya no hay que esperar una semana más a la hora de descubrir qué pasará en el próximo capítulo. Cuando se trata de compañías como Netflix, las series completas (exceptuando derechos de emisión preferentes de otras compañías) son una posibilidad al alcance de nuestro mando.
Un hábito acuñado por Kevin Spacey, actor de una de las series estrella de este nuevo fenómeno, House of Cards, quien en 2013 dijo a los ejecutivos que "dieran a los espectadores lo que ellos querían, y si lo que querían era un atracón, que se lo dieran", como una alternativa eficaz para reducir la piratería. Desde entonces el binge (o atracón) televisivo nos ha llevado a permanecer noches y fines de semana enteros en el sofá.
Sin embargo, y como todo en la vida, medir nuestros "atracones" será lo más saludable, ya que el Binge-watching también tiene su parte negativa.
Según un estudio realizado a diveros estudiantes de la Universidad de Austin, aquellos que mostraban síntomas de apatía o depresión eran "bingers", mientras que la antisociabilidad es otro de los males de este hábito, con un 56% de usuarios totales que prefieren consumir series en soledad.
Por si esto fuera poco, también se advierte que aquellas personas que pasan delante de la televisión má de tres horas diarias viven menos y son más propensas a contraer enfermedades tales como diabetes o incluso cáncer.
Y es que, según los expertos, la propia palabra "binge" es una connotación negativa que nos induce a seguir hábitos poco saludables.
Opiniones que esperamos sirvan para medir nuestras ansias por el Binge-watching, un término acuñado hasta por la propia Oxford Uniersity y del que oiremos hablar todavía más durante los próximos años.
El Binge-watching consiste en darse atracones de series aprovechando las nuevas coberturas de la televisión en streaming. Nuevas formas de entretenimiento para nuevos estilos de vida.