A lo largo de la historia, la ciencia y la filosofía se han empleado en desentrañar las relaciones que existen entre el cuerpo y la mente. ¿Existe un nexo de unión entre ambos? ¿Son elementos unidos o independientes?
Hoy en día, la ciencia y la medicina asumen que nuestros procesos mentales tienen lugar en la cabeza. Pero nuestros cuerpos físicos, sus habilidades, sus límites y sus dolencias pueden condicionar las conclusiones de nuestra maquinaria mental de formas sorprendentes.
La psicóloga cognitiva Jessica Witt y otros varios colegas llevan años dedicados al estudio de esa relación entre las capacidades físicas de una persona y los procesos perceptivos. Y los resultados de sus experimentos resultan tan curiosos como fascinantes.
Aquí van diez ejemplos de cómo las características de los cuerpos o su acción influyen en los procesos básicos de la percepción.
1. Las cuestas parecen más pronunciadas cuando estamos fuera de forma o cargamos una mochila
La psicóloga cognitiva Jessica Witt y otros varios colegas llevan años dedicados al estudio de esa relación entre las capacidades físicas de una persona y los procesos perceptivos. Y los resultados de sus experimentos resultan tan curiosos como fascinantes.
Aquí van diez ejemplos de cómo las características de los cuerpos o su acción influyen en los procesos básicos de la percepción.
1. Las cuestas parecen más pronunciadas cuando estamos fuera de forma o cargamos una mochila
En general, la gente percibe un objetivo como más lejano cuando la situación requiere que haga un esfuerzo adicional para caminar, saltar o lanzar otro objeto hacia aquel.
En estudios realizados por Witt y otros colegas, personas cargadas con mochilas pesadas juzgaron estar ante una cuesta 5 grados más inclinada que quienes no iban cargados.
Algo similar sucede en relación con nuestro estado físico. Las personas menos en forma tienden a sobreestimar la inclinación de una cuesta con respecto a la gente mejor entrenada.
2. Las distancias parecen más lejanas para personas con dolores crónicos.
En la misma línea, diversos experimentos realizados por Witt y su equipo demuestran que el dolor genera un sesgo en nuestra percepción espacial similar al del esfuerzo.
Las personas con colores crónicos perciben las distancias de manera diferente a la gente no aquejada de dolores. Hasta un 30% más lejanas en algunos casos.
3. Si estás en una buena racha deportiva, tu percepción visual del juego mejoraTodo tipo de atletas sufren distorsiones visuales cuando las cosas les están saliendo bien sobre el campo. Al parecer, los jugadores de béisbol perciben la pelota como más grande de lo que en realidad es cuando están en medio de una buena racha de bateos. La percepción de la altura de la red cambia en función de lo inspirados que estén los tenistas. Igual ocurre con los lanzadores de dardos, que creen que la diana es más grande de su tamaño real cuando están en racha.
4. Los objetos parecen más pequeños y más cercanos cuando sentimos que están a nuestro alcance
El sesgo en la percepción de las distancias también se puede comprobar haciendo uso de objetos de nuestra vida diaria. En un experimento realizado por Witt y Dennos Porffitt con estudiantes de la Universidad de Colorado descubrieron que la gente percibe como más cercanos objetos que están fuera de su alcance en el momento en el que les das un bastón o cualquier otro tipo de objeto para alcanzarlos.
La distorsión se mantiene incluso sin la necesidad de contar con un objeto físico entre las manos. En otra tanda de experimentos, Witt y compañía descubrieron que el mismo sesgo se produce con solo imaginar que disponemos de ese bastón. Imaginar que apuntamos con un puntero láser al objeto es suficiente como para que nuestro cerebro perciba que el objeto está más cerca de lo que en realidad está.
En estudios realizados por Witt y otros colegas, personas cargadas con mochilas pesadas juzgaron estar ante una cuesta 5 grados más inclinada que quienes no iban cargados.
Algo similar sucede en relación con nuestro estado físico. Las personas menos en forma tienden a sobreestimar la inclinación de una cuesta con respecto a la gente mejor entrenada.
2. Las distancias parecen más lejanas para personas con dolores crónicos.
En la misma línea, diversos experimentos realizados por Witt y su equipo demuestran que el dolor genera un sesgo en nuestra percepción espacial similar al del esfuerzo.
Las personas con colores crónicos perciben las distancias de manera diferente a la gente no aquejada de dolores. Hasta un 30% más lejanas en algunos casos.
3. Si estás en una buena racha deportiva, tu percepción visual del juego mejoraTodo tipo de atletas sufren distorsiones visuales cuando las cosas les están saliendo bien sobre el campo. Al parecer, los jugadores de béisbol perciben la pelota como más grande de lo que en realidad es cuando están en medio de una buena racha de bateos. La percepción de la altura de la red cambia en función de lo inspirados que estén los tenistas. Igual ocurre con los lanzadores de dardos, que creen que la diana es más grande de su tamaño real cuando están en racha.
4. Los objetos parecen más pequeños y más cercanos cuando sentimos que están a nuestro alcance
El sesgo en la percepción de las distancias también se puede comprobar haciendo uso de objetos de nuestra vida diaria. En un experimento realizado por Witt y Dennos Porffitt con estudiantes de la Universidad de Colorado descubrieron que la gente percibe como más cercanos objetos que están fuera de su alcance en el momento en el que les das un bastón o cualquier otro tipo de objeto para alcanzarlos.
La distorsión se mantiene incluso sin la necesidad de contar con un objeto físico entre las manos. En otra tanda de experimentos, Witt y compañía descubrieron que el mismo sesgo se produce con solo imaginar que disponemos de ese bastón. Imaginar que apuntamos con un puntero láser al objeto es suficiente como para que nuestro cerebro perciba que el objeto está más cerca de lo que en realidad está.
5. Bajo del agua, los objetos parecen más grandes y las distancias se nos hacen más cortas si llevamos aletas
Viendo las conclusiones anteriores, Witt se preguntó si lo mismo ocurría cuando estamos bajo el mar. Y la respuesta fue afirmativa.
La llamada distorsión del esfuerzo excesivo influye en la manera en la que un nadador percibe la distancia que le separa de un objetivo sumergido.
Un nadador con aletas tiende a percibir esos objetos como más cercanos que aquel que nada con los pies descalzos, incluso cuando en el momento de la observación ambos están parados a la misma distancia.
6. Es más probable que cojas un utensilio si el mango mira hacia ti
Nuestro cerebro exhibe un sesgo involuntario que le lleva a preferir realizar acciones que percibe como más sencillas para nuestro cuerpo. Por ejemplo, en un experimento conducido por Sian Beilock, autora de How the Body Knows Its Mind, a una serie de voluntarios se le pedía que cogieran al azar utensilios depositados sobre una mesa. En la mayoría de los casos, cogían los que tenían el mango orientados hacia el sujeto.
7. Preferimos teclear pares de letras que son más fáciles de escribir juntas en un teclado
La distribución QWERTY de los teclados incluye en la manera en la que percibimos ciertas combinaciones de letras. La comodidad física de la escritura sobre el teclado hace que, en un test sobre papel en el que se pregunta sobre "la simpatía" que despiertan diversos pares de letras, la gente elija de forma instintiva combinaciones más sencillas de teclear.
Es decir, la gente expresa una mayor afección por díadas como la formada por “p” y “a”, que están a los extremos del teclado y por tanto se pueden alcanzar de forma sencilla sin apenas desplazar las manos, que por la díada formada por “p” y “o”, letras que, al estar al lado tenemos que escribir con el mismo dedo.
8. Las arañas parecen moverse más rápidas que cualquier otro objeto que no consideramos una amenaza
La gente que sufre miedo a las arañas las ve mayores en tamaño que aquellas personas que no comparten ese temor. También más rápidas.
Experimentos realizados por Witt y sus colegas muestran que a la hora de adivinar la velocidad con la que se mueven diversos insectos u objetos —para la prueba se usaron imágenes de arañas, mariquitas y pelotas—, tendemos a percibir como más rápidos aquellos que consideramos una amenaza para nosotros, incluso aunque todos se muevan a la misma velocidad.
9. Las poses expasivas nos hacen sentir más poderosos
También la postura que adoptamos afecta a la manera en la que nuestro cerebro interpreta y reacciona ante una situación.
Sentarse con una postura expansiva, extendida, con las piernas abiertas en vez de cruzándolas, ocupando un mayor espacio, le manda a nuestro cerebro la señal de que estamos "al cargo de la situación". Esas posturas pueden incrementar la producción de testosterona, y con ella las sensaciones de confianza, la autoestima, la concentración o nuestra tendencia a asumir riesgos.
10. Los diestros tienden a preferir lo que está a su derecha y los zurdos lo que está a su izquierda
Nuestras habilidades manuales condicionan nuestras preferencias. En diversosexperimentos que implicaban la elección de objetos situados a un lado u otro del papel o de la mesa, los diestros demuestran una mayor tendencia a quedarse con lo que está a la derecha, y los zurdos con lo que está a la izquierda.
Es algo que se tiene muy en cuenta en la publicidad y en el marketing en los puntos de venta. Pero también en la política. En una votación simulada, los zurdos se decantaron por candidatos ficticios situados a la izquierda de las papeletas en un 15% más de ocasiones que los votantes diestros.
Viendo las conclusiones anteriores, Witt se preguntó si lo mismo ocurría cuando estamos bajo el mar. Y la respuesta fue afirmativa.
La llamada distorsión del esfuerzo excesivo influye en la manera en la que un nadador percibe la distancia que le separa de un objetivo sumergido.
Un nadador con aletas tiende a percibir esos objetos como más cercanos que aquel que nada con los pies descalzos, incluso cuando en el momento de la observación ambos están parados a la misma distancia.
6. Es más probable que cojas un utensilio si el mango mira hacia ti
Nuestro cerebro exhibe un sesgo involuntario que le lleva a preferir realizar acciones que percibe como más sencillas para nuestro cuerpo. Por ejemplo, en un experimento conducido por Sian Beilock, autora de How the Body Knows Its Mind, a una serie de voluntarios se le pedía que cogieran al azar utensilios depositados sobre una mesa. En la mayoría de los casos, cogían los que tenían el mango orientados hacia el sujeto.
7. Preferimos teclear pares de letras que son más fáciles de escribir juntas en un teclado
La distribución QWERTY de los teclados incluye en la manera en la que percibimos ciertas combinaciones de letras. La comodidad física de la escritura sobre el teclado hace que, en un test sobre papel en el que se pregunta sobre "la simpatía" que despiertan diversos pares de letras, la gente elija de forma instintiva combinaciones más sencillas de teclear.
Es decir, la gente expresa una mayor afección por díadas como la formada por “p” y “a”, que están a los extremos del teclado y por tanto se pueden alcanzar de forma sencilla sin apenas desplazar las manos, que por la díada formada por “p” y “o”, letras que, al estar al lado tenemos que escribir con el mismo dedo.
8. Las arañas parecen moverse más rápidas que cualquier otro objeto que no consideramos una amenaza
La gente que sufre miedo a las arañas las ve mayores en tamaño que aquellas personas que no comparten ese temor. También más rápidas.
Experimentos realizados por Witt y sus colegas muestran que a la hora de adivinar la velocidad con la que se mueven diversos insectos u objetos —para la prueba se usaron imágenes de arañas, mariquitas y pelotas—, tendemos a percibir como más rápidos aquellos que consideramos una amenaza para nosotros, incluso aunque todos se muevan a la misma velocidad.
9. Las poses expasivas nos hacen sentir más poderosos
También la postura que adoptamos afecta a la manera en la que nuestro cerebro interpreta y reacciona ante una situación.
Sentarse con una postura expansiva, extendida, con las piernas abiertas en vez de cruzándolas, ocupando un mayor espacio, le manda a nuestro cerebro la señal de que estamos "al cargo de la situación". Esas posturas pueden incrementar la producción de testosterona, y con ella las sensaciones de confianza, la autoestima, la concentración o nuestra tendencia a asumir riesgos.
10. Los diestros tienden a preferir lo que está a su derecha y los zurdos lo que está a su izquierda
Nuestras habilidades manuales condicionan nuestras preferencias. En diversosexperimentos que implicaban la elección de objetos situados a un lado u otro del papel o de la mesa, los diestros demuestran una mayor tendencia a quedarse con lo que está a la derecha, y los zurdos con lo que está a la izquierda.
Es algo que se tiene muy en cuenta en la publicidad y en el marketing en los puntos de venta. Pero también en la política. En una votación simulada, los zurdos se decantaron por candidatos ficticios situados a la izquierda de las papeletas en un 15% más de ocasiones que los votantes diestros.