¿Qué es lo que hace que una persona nos de escalofríos sin necesidad de mediar palabra? ¿Por qué alguien que, en realidad, es inofensivo nos pone, de repente, los pelos de punta?
Francis McAndrew, investigador de la universidad de Knox se propuso descubrirlo encuestando a 1.341 personas. Un cuestionario de 44 preguntas sobre una hipotética persona “creepy” en las que los participantes tenían que valorar tanto aspectos físicos como de comportamiento del susodicho en una escala del 1 al 7.
Los resultados se han publicado en la revista New Ideas in Psychology y son reveladores.
Han descubierto que, tanto hombres como mujeres son más propicios a la hora de calificar antes a un hombre como inquietante. Probablemente, debido a elementos relacionados con el peligro físico y sexual.
En cuanto a comportamiento, del estudio se extrae que tendemos a catalogar de extrañas las situaciones que no entendemos o que escapan a nuestras convenciones sociales. Así, conversar demasiado cerca, lamerse los labios frecuentemente o reírse de forma impredecible fueron frecuentemente señaladas como costumbres repulsivas.
Según las respuestas de los encuestados, los investigadores también descubrieron que algunos de los rasgos físicos que despiertan nuestra desconfianza son el pelo grasiento, las sonrisas extrañas, los dedos largos y la piel muy blanca.
Con respecto a las profesiones, los payasos se llevan la palma. Un colectivo seguido por los directores de funeraria, taxidermistas y propietarios de sex shops. En el terreno de los hobbies, ganan la fotografía y todo lo relacionado con el acto de observar porque, ¿cómo puedes estar seguro de que no te están acechando a ti?
Según los investigadores, todo tiene sentido desde el punto de vista evolutivo. Nuestro instinto responde a situaciones que considera raras por miedo a no saber defenderse de lo que pase después.
El subconsciente no analiza hechos y argumentos razonables cuando se trata de tomar decisiones sobre nuestra seguridad. Para el instinto de supervivencia, un pequeño detalle es suficiente para alejarte de una persona.
Curiosamente, el estudio también determinó que nadie que es considerado repulsivo sabe que lo es ya que se trata de una manifestación de algo interno, ya sea ineptitud social o algo más oscuro.