No hay barreras en la mirada porque los ojos no entienden de fronteras. Los ojos miran lejos, perciben lo de dentro y a veces llueven porque lo que ven fuera es terrible o porque lo que anida en las entrañas es demasiado hermoso para permanecer indiferente.

Un nuevo experimento de la ONG Amnistía Internacional enfrenta las miradas de dos personas completamente distintas durante cuatro minutos. En ese corto instante, los ojos de ciudadanos europeos encajan en los de personas refugiadas que acaban de llegar a Europa huyendo de la guerra con la intención de derribar obstáculos entre ellos.

"Cuatro minutos de contacto visual acercan a la gente más que cualquier otra cosa", teorizó una vez el psicólogo Arthur Aron. Y, precisamente, en esa teoría se ha basado la organización para realizar el experimento.

"Decidimos llevar a cabo un simple experimento durante el cual europeos y refugiados se sientan uno frente de otro y se miran a los ojos. Hemos grabado esos encuentros muy humanos y el corto habla por sí mismo. Gente de diferentes países que literalmente nunca se han mirado a los ojos antes, sienten una conexión sorprendente", asegura Draginja Nadazdin, directora de Amnistía Internacional Polonia y responsable del experimento.

El resultado es un vídeo imposible de ver sin derramar algunas lágrimas. "Las fronteras existen entre los países, no entre personas. Y es necesario que nuestros gobiernos comiencen a poner a las personas antes que a las fronteras y su beneficio político a corto plazo", declara Nadazdin.

El corto ha sido grabado en Berlín cerca del famoso Checkpoint Charlie, un punto que durante la Guerra Fría sirvió de cruce entre el Berlín occidental y el oriental. "Hemos llevado a cabo el experimento en Berlín porque la ciudad simboliza la superación de las divisiones", comentan desde Amnistía.

En el vídeo que puedes ver al final se muestran las reacciones más puras y naturales de personas que se reúnen por primera vez. Al principio tímidas sonrisas, luego algunas palabras sueltas. Unos pocos gestos mientras los ojos recorren la cara del otro y comprueban que el de delante, no es tan distinto.


Una de las mujeres participantes comienza a llorar a los pocos minutos de observar al hombre sirio que tiene enfrente. "¿Cuánto tiempo llevas en Berlín?", pregunta. "Ocho meses", contesta. "¿Y estas aquí solo o con tu familia?", vuelve a preguntar ella entre lágrimas. "Solo. La vida a veces es buena y otras no tan buena", le responde él. Al finalizar los cuatro minutos, los dos se dan un fuerte abrazo entre lágrimas.

"Hoy, cuando el mundo parece plagado de división y conflictos, siempre vale la pena mirar todo desde otra perspectiva. Muchas veces, lo que se pierde entre los números y los titulares es el sufrimiento de la gente que, como nosotros, tiene familias, amigos y sus propias historias, sueños y metas. ¿Por qué no paramos un momento y miramos quiénes son realmente?", se pregunta Nadazdin.









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