El historiador Ellen Oredsson tiene la respuesta a este misterio. "Los valores culturales sobre la belleza masculina eran completamente distintos en aquel entonces. Hoy en día los penes grandes son considerados valiosos y viriles, pero en aquel entonces no. La evidencia apunta de que los penes pequeños tenían más éxito que los grandes".
Por su parte, la excéntrica fotógrafa Ingrid Berthon-Moine realizó hace tres años una serie de imágenes sobre los testículos de las esculturas antiguas a la que bautizó como "Canicas" (sic). Según explicó en una entrevista, "la Antigua Grecia era una cultura muy machista. Estaban a favor de 'pequeños genitales' ya que mostraban autocontrol en el varón en materia de sexualidad. En la obra Las Nubes, Aristófanes describe que el ideal masculino es tener "un buen pecho, una tez clara, hombros anchos, una lengua moderada, glúteos fuertes y un pene pequeño pero gentil".
La historiadora Anna Tahinci tiene otra teoría. Según explicó en un artículo publicado en la revista Sculpture Review, el desnudo "fue visto como el estado perfecto para la representación escultórica del cuerpo humano". Primero en la Antigua Grecia y, más tarde, en Roma. "En consecuencia, la desnudez en la escultura representaba los ideales de la inocencia y la pureza".
Según Frederick M. Hodges, a los antiguos no les parecía nada estético el tema de la circuncisión, de ahí que haya tantos penes esculpidos que parecen un Shar Pei. Según explica, "el pene erecto al descubierto hubiera sido considerado deshonroso". De ahí su anodina representación.