Incluso pueda que estén mejor preparados que la mayoría, al menos según este singular estudio.

Brutos muy cultos
Siempre se ha dicho que las personas que se expresan frecuentemente con malas palabras, aparte de mal criados, son poco inteligentes y recurren a muletillas vulgares porque no les queda otro remedio, dado su bajo nivel de instrucción y cultura.

Puede que en muchos casos sea cierto, pero una reciente investigación sorprendió con que las personas con un mayor inventario de palabrotas disponen de un vocabulario más amplio que la gente comedida en el uso del lenguaje.

Mil palabrotas por minuto
El estudio fue realizado en Massachusetts, Estados Unidos, a través de un proyecto conjunto entre el Marist College y el Colegio de Artes Liberales.

La curiosa investigación puso a un grupo de personas a hacer un ejercicio denominado Test Controlado de Asociación de Palabras (COWAT, por sus siglas en inglés) que básicamente permite medir qué tan amplio es el vocabulario de alguien.

Se seleccionaron algunas palabras consideradas impropias, como «perra», «cuca», «gilipollas» y así por el estilo, y se le pidió a los participantes que cada término fuera asociado con la mayor cantidad de palabras posibles en el transcurso de un minuto.

Resultó que los más competentes en el uso de la terminología vulgar, vomitaron palabras, tanto educadas como inadecuadas, a un ritmo muy superior al de los de habla correcta.
Groseros, cultos y desagradables
No pretendemos elogiarlos más allá de la cuenta. Las personas que prácticamente viven con una soez maldición en la punta de la lengua, fueron las más odiosas del grupo, algunas incluso con un toque neurótico.

Pero Al César lo que es del César, también fue esta gente la que mostró la mayor riqueza lingüística. Bien es verdad que es una faceta que uno puede mantener oculta. El hecho de que sepamos mil maneras distintas de referirnos al pene o a la vagina, no significa que utilizaremos esos términos en nuestra comunicación corriente.

La ocasión fue propicia para rememorar que a Shakespeare le gustaba proferir maldiciones. También los es para recordar que Camilo José Cela era un campeón en la materia. Después que el escritor español estuvo por varios años esperando que le otorgaran el Premio Nobel de Literatura, cuando al fin lo consiguió en 1989, sus primeras palabras fueron: -¡Por fin coño!

Nadie se atrevió a decirle inculto.








ANUNCIO PATROCINADO



Con la tecnología de Blogger.