Para el especialista, está claro que el organismo humano tiene una capacidad límite, lo que implica que hay marcas deportivas que nunca lograrán superarse, a menos que se recurra al dopaje, ya sea biológico o tecnológico. Y una de esas marcas imbatibles podría ser la de la maratón. Nadie ha logrado correrlo nunca en menos de dos horas y, según el profesor Whyte: "Esa hazaña podría ser sencillamente imposible".
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Diecisiete años han pasado desde que Michael Johnson logró corre 400 metros lisos durante los Mundiales de Atletismo de Bruselas en 1999, en 43 segundos y 18 centésimas. |
Pero no todo el mundo es dela misma opinión. Y, en la Universidad de Birmingham, se ha puesto en marcha el Proyecto Sub2, destinado a lograr avances nutricionales que permitan a los corredores batir esa marca maldita. De hecho, los impulsores de dicho proyecto están convencidos de que, alrededor del año 2030, la marca de las dos horas habrá caído.
Los 100 metros lisos es otra de esas pruebas donde la fuerza humana parece haber llegado a una frontera insalvable. De hecho, en 2009, dos investigadores de la Universidad de Tilburg, en Holanda, usaron un método estadístico para concluir que 9,51 segundos (10,33 en el caso de la atletas femeninas) es el tiempo mínimo en el que se podría correr esa prueba. Una marca que, por cierto, todavía no ha sido conquistada, ya que Usain Bolt no ha logrado bajar aún de los 9,58 segundos.
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Usain Bolt es el hombre más rápido del mundo. Parece difícil que nadie pueda superar su marca de 9,58 segundos en los 100 metros lisos, lograda el pasado verano. |
Pero los estudios sobre los límites del cuerpo humano no solo afectan a los grandes deportistas de élite, sino también a quienes aspiran a serlo. Un estudio de la Case Western Reserve University in Ohio, revela que a partir de las 10.000 horas de entrenamiento, prácticamente no se percibe mejora alguna en el rendimiento de los atletas. Entonces, ¿qué es lo que hace que algunos logren pertenecer a esa elite? Según los autores del estudio, una mezcla de factores (que incluye los genéticos, la motivación...), de los cuales el entrenamiento es solo uno más. Y todo parece indicar que no es el que marca la diferencia.