Uno de los mitos más difundidos mundialmente es que los esquimales tienen más de cien palabras para decir nieve, lo que significa que es muy importante para ellos. El hecho de que esta idea se originara en los textos académicos explica por qué está tan arraigada en la cultura popular.

El dicho popular es que los esquimales tienen cien palabras para nieve porque es lo que más conocen de su vida diaria. Por lo tanto otros pueblos deberían tener más palabras para aquellas cosas a las que son cercanos. Pero lo cierto es que no es así, y esto es solo un mito que proviene de un texto académico.

El dicho se rastreó hasta un hombre conocido en la antropología: Franz Boas. En 1911 escribió: «existen cuatro palabras no relacionadas léxicamente para nieve en esquimal: aput, "nieve en el piso’", qana, "nieve cayendo", piqsirpoq, "nieve a la deriva" y qimuqsuq "un montón de nieve"». Fue en 1940 que Benjamin Whorf, un teórico del lenguaje bastante controvertido, dijo que si tenían varias palabras para nieve era porque pensaban en ella de una forma en que el resto no podemos. Además agregó por lo menos otros dos tipos de nieve a la lista.

Con estas declaraciones, otros lingüistas agregaron la palabra «muchas» a sus investigaciones, perdiendo el hilo de cuantas realmente existían. Los textos académicos lo tomaron como un hecho, pero además cambiaron el número varias veces, hasta que pasó a la cultura popular. Y se convirtió en un dato que todos conocemos, pero que no es cierto.

Una de las principales razones para negar este mito es que no existe un solo lenguaje esquimal. Existen un grupo de lenguas que entran en el grupo de lenguas esquimo-aleutianas. Entre ellas están las lenguas Yupik y las Inuit, habladas en diferentes sitios. Siendo que son diferentes, también lo son las palabras que usan.

Las lenguas esquimo aleutianas funcionan de forma aglutinante, es decir, para decir una cosa unen las palabras en una sola. Por lo tanto, no es que existan varias palabras para decir nieve, sino que cuando dicen «nieve en el suelo» o «nieve cayendo», juntan las palabras como si fueran una.

Lo mismo pueden hacer con otras cosas que no son la nieve, así que es inútil pensar en la importancia del elemento. No tienen tantas palabras para nombrarla, sino que el método es el mismo para todas las palabras. Por lo tanto la pregunta no es cuántas palabras tienen para nieve, sino cuántas raíces para ella. La respuesta en el caso del idioma groenlandés es dos: qanik (nieve en el aire) y aput (nieve en la tierra). Como vemos, está muy distante de un número tan enorme como cien.





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