Vivimos en un mundo en el que cada vez es más fácil comprar: ya no es necesario llevar la cartera llena de monedas y, por si fuera poco, un rato a solas con nuestro ordenador puede dejar nuestra cuenta en números rojos sin siquiera haber salido de casa. Por todo ello, una empresa británica ha desarrollado una aplicación que, lejos de limitarse a detectar excesos de gasto, nos escarmienta propiciándonos un pequeño choque eléctrico cuando nos pasamos de la raya.

Echar un vistazo al estado de la cuenta corriente, fue, es y será una de las experiencias más terroríficas a las que podamos enfrentarnos, y la compañía británica Intelligent Enviroments lo sabe bien. Por ello han propuesto un singular brazalete, no por contar con un diseño a la vanguardia o estar hecho de un material nunca antes visto, sino porque es capaz de hacer que nos lo pensemos dos veces la próxima vez que nos llame la atención un escaparate.

Porque controlar los gastos no es desde luego, una tarea sencilla. Son muchos los métodos que hasta ahora han aparecido para intentar facilitarnos el asunto, desde tablas hechas a mano a aplicaciones para teléfonos donde podemos ir apuntando lo que compramos, pero hasta ahora no había nada lo suficientemente disuasorio.

Ahora, los desarrolladores de ‘software’ británicos han ido un paso más allá y se han unido al fabricante de pulseras inteligentes Pavlok para crear el brazalete definitivo. Gracias a su ‘software’, los usuarios pueden conectar su cuenta de banco de manera segura a varios dispositivos, haciendo del control de gastos y ahorro una tarea algo más sencilla.

El funcionamiento de la pulsera es realmente sencillo. En primer lugar, es necesario que los consumidores registren sus tarjetas de crédito o cuentas del banco para después conectarlas con su Pavlok (la pulsera). El límite de gasto puede ajustarse para dar así con la opción que mejor se adecue a nuestros bolsillos.

Cuando estemos a punto de alcanzar el límite, recibiremos una notificación en nuestros teléfonos. Si decidimos obviarla y arriesgarnos a comprar “un caprichito más”, la pulsera pasará a la acción y nos obsequiará con una pequeña descarga eléctrica en nuestra muñeca.

Como seguro habrá quien agradezca la ayuda pero no esté muy dispuesto a sufrir el calambrazo, los desarrolladores también han contemplado la posibilidad de que la pulsera se pueda programar para que emita un pitido o vibre, simplemente. También puede personalizarse de tal manera que nos avise ante gastos muy particulares. Por ejemplo, si nos hemos propuesto empezar a llevarnos al trabajo el termo de café de casa, la pulsera nos lo recordará cada vez que pongamos pie en un Starbucks.

La compañía indica que se dieron cuenta de que la gente cada vez es menos consciente de lo mucho que gasta. Esta situación se ha intensificado debido a que los métodos de pago son cada vez más simples, y los intercambios cada vez necesitan menos dinero en metálico de por medio. Esto les hizo pensar que los consumidores estarían interesados en retomar el control sobre sus finanzas, y por ello empezaron a desarrollar el brazalete.

El equipo de Intelligent Enviroments no es el único que se plantea soluciones de este tipo. De hecho, se trata del mismo concepto utilizado para desarrollar el termostato de Nest Labs, que baja automáticamente la calefacción o aire cuando detecta un consumo excesivo.

Los investigadores que trabajan para los desarrolladores británicos descubrieron que los ‘milennials’ son los más interesados en probarla. Mientras, la población por encima de los 25 indica estar más interesada en recomendársela a un amigo o familiar que en probarla por ellos mismos.






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