El próximo jueves se estrena El conjuro 2, la nueva película sobre Ed y Lorraine Warren, una pareja de investigadores psíquicos que los espectadores ya conocen de la primer entrega. Si en El conjuro investigaban a una muñeca llamada Annabelle que se pensaba poseída, en El conjuro 2, la investigación se realiza en el Reino Unido sobre "el poltergeist de Enfield". Por eso, los investigadores viajarán para ayudar a una madre con cuatro hijos que comparte domicilio con espíritus malignos.
Enfield es una ciudad inglesa a las afueras del norte de Lóndres que en una noche de verano del 30 de agosto de 1977 sucedió un hecho aterrador y sobrenatural. La familia Harper estaba integrada por la madre separada llamada Peggy de 40 años y sus cuatro hijos: Rosa de trece años, Janet de once, Pedro de diez y Jimmy de siete. En dicha fecha Pedro y Janet, quienes dormían en la misma habitación, comenzaron a notar que sus camas se movían, los niños comenzaron a gritar y Peggy fue en su rescate. Los niños le dijeron lo sucedió a lo que su madre pensó que se había tratado de una pesadilla y no les presto mucha atención, pero si se quedo hasta que se volvieron a dormir.
La noche siguiente el suceso se volvió a repetir pero esta vez fue Peggy quien vio cómo las sillas de la habitación de sus hijos se movía unos cincuenta centímetros de distancia. Fue e intentó colocarla en su lugar pero a los pocos segundos volvió a moverse como si tuviera vida propia. Eso sucedió a las 9:30 P.M. Peggy acudió a sus vecinos, quienes constataron que se escuchaban golpes misteriosos, así que se dispuso a llamar a la policía, pero ésta última no pudo hacer nada.
Al día siguiente y casi a la misma hora, los juguetes de los niños fueron arrojados por el aire por una mano invisible. Los vecinos preocupados llamaron a la prensa y los redactores del diario Daily Mirror enviaron a un fotógrafo llamado Graham Morris, el cual recibió una pieza de lego en la frente lanzada desde presumiblemente de ningún lugar cuando intentaba tomar una fotografía y el reportero George Fallows hizo un reportaje especial e indico que el caso parecía autentico así que se pusieron en contacto con la Sociedad de Investigación Psíquica, la que envió a uno de sus miembros, Mauricio Grosse, un renombrado ingeniero y consultor. Unos días más tarde, Guy Playfair llegó a Enfield para ayudar a Grosse.
Los lanzamientos y las caídas de objetos prosiguieron en presencia de ellos. La situación cada vez empeoraba mas así que llamaron primeramente a Lorraine Warren, quien tuvo un trance y afirmó que la actividad sobrenatural se había centrado en la pequeña Janet y que habían muchas entidades que enviaban su energía a las auras de Janet y de su madre Peggy. La llegada de la médium al lugar pareció tener un efecto de calma sobre la familia y durante unos días las manifestaciones cesaron casi totalmente.
Durante la noche de 8 de septiembre de ese año, Grosse y tres reporteros que vigilaban oyeron un ruido en el dormitorio de Janet. Al subir a la habitación, vieron que una silla que estaba ubicada al lado de la cama de Janet había sido lanzada por el aire unos dos metros de distancia. En ese momento Janet estaba dormida y nadie había visto el movimiento de la silla. Pero luego de una hora volvió a ocurrir y esta vez uno de los fotógrafos logró tomar una fotografía del evento. El 10 de septiembre, el caso del poltergeist de Enfield salió en la primera página del periódico Daily, pronto la radio LBC de Lóndres se hizo eco de la noticia y esa misma tarde, Grosse, la señora Harper y sus vecinos participaron en un programa de TV.
A finales del mes de octubre, la actividad paranormal había comenzado a tornarse peligrosa para los habitantes de la casa. Los muebles cambiaban de lugar, las cobijas de las camas eran arrancadas y charcos de agua aparecían y desaparecían como por arte de magia.
Luego hechos más peligrosos ocurrieron como la rejilla de la chimenea que cayó sobre la almohada de Jimmy, muy cerca de su cabeza, luego un radiador de gas fue arrancado de la pared. También sucedían incendios espontáneos en distintos lugares de la vivienda y se extinguían solos sin dejar manchas o quemaduras.
Mauricio Grosse y Guy Playfair trataron de comunicarse con el ente por medio de golpes, experimento a través del cual lograron saber que la fuerza paranormal que allí existía había habitado la casa durante cincuenta y tres años. Más tarde, los niños vieron siluetas y sombras en la casa. Frente a numerosos testigos, el ente sacudio un poco a las dos niñas y dejó un mensaje diciendo que no se iria.
Pensando que el poltergeist podría ser obra de Rosa y de Janet, la Sociedad de Investigación Psíquica envió esta vez un equipo de investigadores al lugar de los hechos, pero no lograron encontrar ningún indicio de fraude. De hecho, quedó claro que todo giraba en tomo a Janet. Esta presentaba cada vez más señales de posesión, tales como convulsiones, trances, entre otros. Cualquier objeto en la casa era suceptible a salir volando.
En a inicios de diciembre, el poltergeist comenzó a realizar ladridos y silbidos y hacía una voz áspera y gruesa desde dentro de la pequeña Janet indicando llamarse Joe Watson. Luego cambió varias veces de voz y de identidad, insistiendo siempre que hablaba por una persona muerta. Al entrar en trance o posesión, había que agarrarla fuertemente ya que tenia una fuerza muy superior a la de su edad y a veces solía correr rápidamente a golpearse contra una pared mientras maldecía y decía obscenidades. Psiquiatras y doctores locales estudiaron a Janet y se le llegaron a realizar estudios laringográficos para descartar que las voces que salían de su garganta no habían sido fabricadas conscientemente por ella misma. Janet pasó seis semanas en Maudsley Hospital en Lóndres Sur donde experimentó pruebas precisas para detectar cualquier anomalía tanto física como mental, pero no se encontró nada y durante ese tiempo la actividad poltergeist de la casa cesó completamente. Más tarde volvieron a reanudarse, aunque de un modo más esporádico y menos violento.
El poltergeist empezó a mostrar otras actitudes y a atacar cada vez con mayor violencia a Janet, tratando de estrangularla con unas cortinas y persiguiéndola con un cuchillo que flotaba por el aire. El lugar empezó después a tener mal olor, los dos peces rojos fueron encontrados muertos en su pecera y aparecieron mensajes obscenos en los muros. Lorraine intervino nuevamente pero ésta vez junto con su esposo Ed para cuidar las auras de toda la familia y la calma volvió por algunas semanas más.
Janet tuvo que quedarse unos días en el hospital y durante ese tiempo la actividad del poltergeist desapareció por completo. En cuanto regresó, sintiéndose mucho mejor de salud, el fenómeno llegó a su fin.
El realizador detrás del éxito El Conjuro se llama James Wan: un director que ha logrado el éxito desde el inicio. En 2004 hizo su debut con El juego del miedo, una película de bajo presupuesto que debutó en el Festival de Sundance, que marcó no solo el comienzo de un nuevo sub- género dentro del terror: "torture porn" (por mostrar escenas violentas extremadamente gráficas), sino también el inicio de una franquicia exitosa del villano-justiciero Jigsaw (hay hasta ahora siete películas que lo atestiguan) y que, por otra parte, consagró a James Wan como un nuevo director de culto.
Pero Wan, también bajo el paraguas del género del terror, realizó en 2011 y junto a su compañero de aventuras y guionista Leigh Whannell, una película más sutil aunque igualmente espeluznante: La noche del demonio. Ahí, una familia se muda a una nueva casa y experimenta fenómenos paranormales. Es otra franquicia de la que el próximo año se verá su cuarta parte. Wan también ha dirigido otros éxitos fuera del género como la taquillera Rápidos y furiosos 7, que recaudó más de 1.500 millones de dólares. No le falta versatilidad a este director de origen malayo.
En El conjuro 2, Wan vuelve a dirigir a Patrick Wilson, con quien ya trabajó en las dos primeras partes de La noche del demonio y en la primera El Conjuro (Vera Farmiga repite el rol de Lorraine Warren).
Pero esta es, además, una película de alto presupuesto (La noche del demonio costó 1,5 millones de dólares y El conjuro 2, 25 millones). "La diferencia de tener tres y media o cuatro semanas a tener ocho o diez, es increíble", dijo Wan al New York Times. Es que tener el apoyo del estudio y un presupuesto 20 o 30 veces más grande que otras películas del mismo género es bueno. Si se sabe utilizar el dinero.
Aunque el dinero no es todo en el género del terror. "Si tuviera que señalar lo más importante en una película de miedo, entre el paisaje sonoro y las imágenes, me quedaría con el sonido", dijo Wan. "Me refiero a películas como Actividad paranormal o El proyecto Blair Witch, que no tienen una gran cantidad de elementos visuales destellantes porque no podían permitirse ese lujo. Pero es el diseño de sonido lo que crea la tensión y la atmósfera".
Otro tema que le importa a Wan es que el género vuelva a ser respetable para los grandes estudios. Películas como Tiburón, El exorcista, Poltergeist o Aquí vive el horror, "fueron películas de grandes estudios. Películas reales con presupuestos reales", dijo Wan. Y si bien es cierto que en los últimos años se han realizado películas con grandes presupuestos, como La llamada o Los otros, los cierto es que este género vive gracias a las pequeñas productoras independientes.
Pero Wan no se detiene ya que va a dirigir la nueva aventura de Aquaman (para julio de 2018) que, adelantó, será más oscura que las recientes películas de superhéroes.