Por estos lares, el inglés sigue siendo el indiscutible campeón a la hora de aprender un segundo idioma. Las generaciones anteriores hicieron lo propio con el francés y ahora el alemán pisa fuere. A pesar de tener el mismo alfabeto, cada una de estas tres lenguas tiene unas reglas de pronunciación diferentes que, además, no siguen lógica alguna. Así, estudiar nuestros idiomas cercanos no es, precisamente, coser y cantar. Si aprendiéramos coreano las cosas serían bien distintas.

Si bien los símbolos del idioma hablado en el extremo oriental de Asia pueden echar para atrás a cualquiera en un principio, el ‘hangul’ (el alfabeto coreano utilizado tanto en la República Popular Democrática de Corea como en la República de Corea) brilla con luz propia por su sencillez y, sobre todo, por su lógica.

Desde luego, aunque pueda recordar ligeramente a las letras chinas, el ‘hangul’ no tiene nada que ver con el idioma logográfico del gigante asiático. En el chino, cada carácter está asociado a una palabra. Así, se estima que hay unos 50.000 caracteres distintos, cuando las personas con un mayor nivel de alfabetización conocen solo alrededor de 8.000.

Precisamente fue esa dificultad que impone la lengua china a la hora de fomentar la alfabetización la que hizo que en la península de Corea naciese, en el siglo XV, un nuevo sistema alfabético sencillo.

Sejong el Grande
Hasta 1446, Corea no tenía un sistema propio que permitiese transcribir su lengua. Por cercanía e influencia, fue el chino el que entró en la península coreana hasta llegar a ser considerado un modelo propio de sabios. Sin embargo, la dificultad a la hora de aprender su infinito alfabeto sumada a las características del coreano (que crea palabras nuevas añadiendo prefijos y sufijos, algo difícil de hacer con los caracteres chinos) hizo que se hiciese necesaria la creación de un sistema propio.

Fue así cuando, a mediados del siglo XV, Sejong el Grande creara el ‘hangul’. “Entristecido por el analfabetismo generalizado, he desarrollado 28 nuevas letras. Es mi deseo personal que las personas aprendan estas letras con facilidad y que sean convenientes para el uso diario”, afirmó el monarca que gobernó en la península de Corea entre 1418 y 1450.

Para que, efectivamente, el ‘hangul’ fuera fácil de aprender, Sejong creó unos caracteres que guardan una relación icónica con el sonido que representan. De hecho, las letras coreanas no son sino diagramas de cómo hay que poner la boca para pronunciar la letra en cuestión.

Aunque quizás resulte difícil de comprender a simple vista, esa “t” coreana representa en realidad a la forma en la que la lengua debe tocar la parte delantera de la boca para pronunciar la letra en cuestión.


Lo mismo sucede con la letra coreana que representa el sonido de la “k” latina. Aunque a simple vista no sea más que un ángulo agudo puesto del revés…


…en realidad es un complejo diagrama que representa el punto del que procede el sonido: del interior de nuestra cavidad bucal.

Además, el aspecto final de los caracteres coreanos, ese que recuerda efectivamente a los símbolos chinos y que hace que se diferencie aún más del alfabeto latino es en realidad una suma de estas letras: así, cada una de las partes de una palabra coreana son, como en cualquier idioma occidental, las distintas letras de las que está compuesta. En conjunto, una palabra que parece difícil de aprender y que, en realidad, representa a la perfección la forma en que se pronuncia.

Aun así, es necesario aprender la forma de cada una de esas 28 letras creadas por el monarca coreano hace más de 500 años. Sin embargo, la lógica que presentan estos caracteres termina por imponerse hasta tal punto de que la alfabetización en la península de Corea es sorprendentemente alta y roza el 100 % (teniendo en cuenta que el dato en Corea del Norte es, en realidad, un misterio).

No obstante, otro hecho confirma la sencillez real del coreano: estas viñetas prometen enseñar el idioma en solo 15 minutos. Obviamente, habrá algunos a los que les cueste un poco más, pero Sejong el Grande lo creó con esa intención: “Un hombre sabio puede familiarizarse con él antes de que termine la mañana; un hombre estúpido puede aprenderlo en diez días”.

Ni inglés ni alemán ni, por supuesto, chino. Por la lógica de sus letras, el idioma más sencillo es el coreano. Además, es el único del mundo que tiene dos días de celebración: el 9 de octubre en Corea del Sur y el 15 de enero en Corea del Norte. Ante eso sí que no tiene rival.




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