Así lo certifica el periodista Larry Olmsted en el libro "Real Food Fake Food” de reciente publicación en Estados Unidos. 

Los neoyorquinos se sienten orgullosos de sus restaurantes y de su variedad gastronómica. Pero todo es mentira. O casi todo. 

Los platos que sirven en la mayoría de restaurantes de la ciudad que nunca duerme están llenos de comida fraudulenta. De ingredientes que no son lo que dicen ser. Si no eres neoyorquino, no te libras del peligro. Ya es un problema global.

¿Por qué no sabemos casi nada de lo que comemos? ¿Qué podemos hacer al respecto? Este libro pretende ser tu guía de escapatoria, la última puerta abierta al paraíso de la comida real. Quizás no te importa que te timen y te ofrezcan gato por liebre, pero al menos es bueno ser consciente de la farsa. Así será un trato justo.

El mundo está lleno de alimentos reales, sanos y deliciosos, pero nos empeñamos en dejarnos engañar. Desde el marisco a los filetes, del queso al aceite de oliva, de las especias hasta la miel, y mucho más. No pasa un mes sin que se publique otro escándalo alimenticio en los medios de comunicación. 

El caso más flagrante ocurre con la carne de kobe que se vende a 350 dólares la ración. Una exquisitez que se supone proviene del mejor buey de Japón. Falso.

Es imposible que tantos restaurantes puedan ofrecer carne de Kobe porque muy pocos fuera de Japón tienen acceso y permiso para vender esta carne. Por ejemplo, sólo 3 restaurantes venden carne de Kobe real en los Estados Unidos. No quieras saber cuántos la tienen en su carta ¿Qué es lo que come la gente a precio de oro? Carne de wagyu. Es una vaca japonesa de buena calidad, pero no es buey de Kobe. Ni mucho menos.

La sopa de langosta es otra gran damnificada. Un plato que ofrecen en muchos restaurantes de comida rápida de los Estados Unidos. Es muy popular y apreciado por los aficionados al pescado a buen precio. Otro plato falso. De langosta en la sopa nada o casi nada. Estas sopas se preparan con un concentrado de langostino ¿Sabor a pescado? por supuesto, pero la langosta fresca pescada la noche anterior está muy lejos de tu cuchara.


Una nueva aberración se perpetra en nombre del aceite de oliva virgen extra. Un producto habitual en los países del Mediterráneo que se vende a precio de oro en Estados Unidos. En las ensaladas de muchos restaurantes el aceite de oliva se corta con aceite de girasol o de soja para que dure más. Funciona como aliño mezclado con muchos más ingredientes en vinagretas camufladas, ¿quién lo va a notar?

A menos que vayas al mejor restaurante de sushi de tu ciudad, lo que te ofrecen en la carta a un precio razonable no es lo que crees. El sushi está de moda y está en todas partes. Y los números no salen. El salmón, el pargo o el atún de muchos restaurantes japoneses son parte del pescado sobrante que no han querido los grandes restaurantes y, en muchas ocasiones, no se conservan en las mejores condiciones. Los restaurantes de Japón no ofrecerían este pescado crudo ni a su peor enemigo. En cambio, el comensal norteamericano está feliz comiendo un variado de sushi a precio regalado. Su estómago se lleva una sorpresa con problemas intestinales asegurados de regalo.

El problema no empieza y acaba en los restaurantes. La industria de la alimentación crea productos falsos de alimentos básicos como el café, el arroz o la miel. Se venden como productos premium ingredientes que no lo son. Es normal que se acabe sospechando de todo, pero cuando el hambre aprieta nos olvidamos de todo y volvemos a comprar los productos habituales y a comer en los restaurantes de siempre para que nos vuelvan a ofrecer más comida fraudulenta. Hay que señalar con el dedo a los sospechosos habituales; aprender a amar de nuevo los alimentos frescos y dejar de ser una víctima.




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