La alta, nueva o cualquier calificativo que se le quiera poner a la cocina con un poquito de postureo no deja de sorprendernos. No son solo los platos sofisticados que alimentan más por los ojos que por la boca (si es que llegan a satisfacernos). Ni siquiera la quinoa, los ‘smoothies’ y demás comidas hípsters. No. No es la sal gorda en la que se guardan los jamones de la matanza invernal o la sal fina que le echas a la barrita de tomate que cada mañana te pides en la cafetería de la esquina. La sal rosa budista del Himalaya se extrae de unas minas localizadas en Punjab, en Pakistán. Allí es conocida como “oro blanco”.
De esos terruños saltó al resto del mundo hace unos años y ahora la tenemos en las cocinas más elegantes de cualquier ciudad. Se pueden encontrar en tiendas de comidas artesanal hasta en tratamientos de spa o incluso en tiendas de diseño, porque mucha gente la ha usado para crear lámparas.
En Estados Unidos, uno de los países donde se ha popularizado, grandes cadenas como Amazon o Walmart venden sal rosa del Himalaya a un precio que puede llegar a ser 20 veces mayor que el de la sal convencional. La sal rosa tiene su origen hace 200 millones de años, cuando la lava cubrió unos lechos de sal marina cristalizada en el Himalaya. Durante este tiempo, la sal permaneció bajo la nieve y el hielo, que la protegieron de cualquier tipo de contaminación.
Ahora, se está extrayendo a mano, sin procesar, lo que la convierte en una de las sales más puras del planeta. Gracias a ello contiene cerca de 80 minerales, como fósforo y zinc. Incluso tiene menos sodio que la sal convencional. Y claro, con ese batiburrilo de componentes, no podía dejar de aparecer quien creyera que hay beneficios para la salud o para el cuerpo humano de todo tipo. Entre dichos beneficios están ventajas para el sistema respiratorio o los huesos, pero también para aumentar la libido.
Por internet se pueden encontrar otras muchas supuestas propiedades que dan un poco de miedo, sobre todo si dudas y no piensas directamente que es un engaño y a otra cosa, mariposa. Así, algunos cuentan que la sal del Himalaya equilibra el exceso de acidez de las células, sobre todo de las células del cerebro, y contribuye a la generación de energía hidroeléctrica en las células del cuerpo, como si tu esqueleto fuese una represa hidroeléctrica.
Ahora bien, los nutricionistas no están tan de acuerdo. Entre otras razones porque, a pesar de su abundancia de minerales, estos se encuentran en cantidades muy pequeñas. Podemos encontrarlos en mayor cantidad en otros alimentos, como la carne, las verduras o los cereales. Además, la sal de mesa trae en muchas ocasiones yodo, muy necesario para el metabolismo y la tiroides.
Otros han denunciado su publicidad engañosa. Si, por ejemplo, en el envase dice “100% natural”, ¿a qué se refieren exactamente? ¿Acaso la sal de mesa no es natural? El paroxismo de la sal del Himalaya llega cuando hay quien se ha encontrado en la tienda un paquete que habla de sal de Himalaya “no modificada genéticamente”. ¿Cómo se modifican los genes de la sal… que no tiene?
De la cocina al dormitorio
En Europa se cita su origen allá por finales de los años 90. Fue un alemán, Peter Ferreira, el que le puso ese nombre con fines comerciales. Ferreira afirmaba que las minas de Pakistán no habían sido contaminadas por el ser humano, aunque habría que precisar qué se entiende por “contaminadas”, ya que el lugar es conocido desde tiempos de Alejandro Magno.
La cocina no es el único lugar donde la sal rosa del Himalaya hace de las suyas. Como sal que es, se puede encontrar en algunos servicios de baños de sales de spas. Por si fuera poco, en tu tienda de decoración favorita te puedes encontrar lámparas de sal del Himalaya. Son varias piedras de sal color rosado o un bloque con una bombilla en medio. Además de iluminar (cumplen con su nombre, menos mal), supuestamente ayudan a sanear tu casa y tu cuerpo. Como un médico de la Seguridad Social pero enchufado a la corriente.
Y aunque la lámpara es muy bonita, los efectos médicos son menores aún que los de tus últimas adquisiciones en la tienda de homeopatía. Supuestamente, el bloque absorbe los iones positivos que emiten los electrodomésticos mientras despide los iones negativos. Los beneficios de este mete-saca son la lucha contra el estrés, el asma, la jaqueca o el colesterol (¡chúpate esa, Actimel!).
La sal del Himalaya está destinada a tener un puesto de honor en el mueble de las especias junto a los dignos orégano y albahaca, cuando no se lo merece. Tu nutricionista se echará las manos a la cabeza, así que hazle caso y condimenta ese guiso con la sal de toda la vida (a no ser que el médico te diga otra cosa). Tu bolsillo te lo agradecerá.