La historia que hoy te presentamos puede ser fácilmente el guión de una horrible película de terror, lamentablemente se trata de un caso real, que demuestra lo desgraciados que pueden ser un par de padres irresponsables.
Se trata de Brittany y Justin Alston, una joven pareja de Estados Unidos, que con tan solo 21 años de edad prefirieron dejar que su pequeño hijo recién nacido perdiera la vida dentro de su propia casa.
Esto fue lo que sucedió.
Un fin de semana se animaron a ofrecer una fiesta para todos sus amigos en casa. La idea era hacer una gran borrachera.
Con el paso de las horas a uno de los invitados le dieron ganas de ir al baño, y una vez dentro del baño se percató del llanto de un bebé. Así que de inmediato abrió la puerta de donde provenía el ruido y pudo ver al pequeño Riley, el pequeño bebé de tan solo 8 meses, rodeado por vómito, orina y sus propios desechos.
Estaba a punto de morir de hambre y a sus padres ni siquiera les importaba.
Rápidamente el joven dio aviso a la policía y afortunadamente la pareja fue arrestada. Los doctores informaron que el bebé sobrevivió prácticamente de milagro.
Lo más horrible fue que durante el juicio la pareja declaró que alimentar al niño nunca fue una de sus prioridades, que ni siquiera se preocupaban por hacerlo. Incluso la madre aseguró que para ella era más importante cambiarle el aceite a su carro que atender las necesidades de su pequeño hijo.
Afortunadamente estos malos padres no pudieron cumplir su cometido. Y por su horrible comportamiento fueron condenados a pasar 60 años de prisión.
El pequeño Riley ya se encuentra en un centro de adopción esperando por una familia que pueda darle el amor que sus padres le negaron.