El fotógrafo Donato Di Camillo de Nueva York es un fotógrafo profesional autodidacta conocido por sus crudos retratos del corazón de la ciudad. Pero lo que hace su carrera más notable es que aprendió a manejar una cámara en un sitio inusual: mientras estaba en la cárcel cumpliendo sentencia.

No es sorprendente que Di Camillo no quiera que lo asocien con sus antiguos errores, así que comparte pocos detalles sobre su encarcelamiento, salvo que pasó muchas horas leyendo todos los libros de fotografía que caían en sus manos.

“De niño, vi muchas cosas traumáticas,” dice Di Camillo. “Vi a mi primer amigo morir a los 9 años, justo a mis pies,” (lo mató un coche que pasaba mientras jugaban). En los 70 y 80, Brooklyn era un sitio duro y tuvo que “aprender a pensar rápido y usar el instinto callejero.”

Esta serie de fotos trata sobre “gente en el borde de la sociedad“, descripción que también aplica a sí mismo. Su infancia le inspiró a hacer fotografía callejera y explica que “es algo que sentí que necesitaba hacer.”

Grotescas, chocantes y hasta repulsivas, así son las imágenes de este hombre que nos muestra lo que muchas veces nos negamos a ver a nuestro alrededor:

‘Se llama Rosario y nació en Sicilia. Sus cuidadores lo abandonaron muy joven tras morir sus padres en un accidente de coche. Perdió el ojo en una pelea en un orfanato aún niño. Sobrevive haciendo pequeños trabajos para negocios locales’

‘Estaba bromeando con sus amigos sobre sus dientes cuando me lo encontré. Le pregunté si no le preocupaba su dentadura y me respondió “¿no es bonita?”‘

‘Este veterano del ejército de los Estados Unidos apenas recibe dinero suficiente para tener un techo sobre sus hombros’


‘Esta maestra de la vida tiene 91 años y aún se ejercita cada día, más duramente que muchos’









‘Existen subculturas autoproclamadas en los límites de Coney Island. Los viajeros y los que saltan a los trenes encuentran un modo de mantener su vida contra las normas de la sociedad.’



‘Vi a esta mujer haciendo cola en un comedor social porque no tenía dinero. Me explicó que tenía 2 hijos enfermos mentales en casa y que uno estaba empezando a fumar crack. “Todo es una lucha para mi, mi marido me apuñaló 6 veces, intentó matarme. El gobierno le mandó de vuelta a Italia. Tengo una prestación social, pero no es suficiente.”‘







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