En el desierto central de Australia, el agua brilla por su ausencia, ya que pueden transcurrir años sin llover.
No parece el hábitat mas adecuado para una rana, pero una especie de rana excavadora se las ha ingeniado para hacer de este inhóspito lugar su casa.
Durante las escasas épocas de lluvia,  y cuando van secándose los estanques y quedan pequeños charcos, esta rana se introduce en una charca lodosa y se entierra en ella hasta desaparecer completamente.
Después excava con sus patas traseras, excava un agujero de 30 cm de profundidad, que es mas o menos el doble de su tamaño, y se pone a dormir, con lo que disminuyen sus latidos y su respiración al mínimo.
Al cabo de un par de semanas, las capas de su piel se aflojan y forman una especie de buzo que cubre todo su cuerpo. Dos diminutos tubos comunican sus fosas nasales con el exterior.
Bien protegida del peligro de desecación, permanece allí hasta que llegan las lluvias. Cuando percibe la humedad e través de la arena, se despierta de su letargo, sale sel saco de piel y trepa a la superficie.
En los pocos días de que dispone antes de que vuelvan a secarse nuevamente los charcos, la rana se alimenta de insectos, bebe agua hasta saciarse, se aparea y desova.

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