En 1868 el relojero suizo Patek Philippe creó el primer reloj pulsera. Los usaban las mujeres. Los hombres seguían prefiriendo los relojes de bolsillo. Sin embargo, a raíz de una conversación entre el joyero Louis Cartier y el aviador brasileño Santos Du Mont, durante la cual éste le platicó que durante sus vuelos se le dificultaba mucho revisar su reloj de bolsillo, pues le era imposible soltar el control de la aeronave, el reloj de muñeca, un objeto hasta entonces de uso exclusivo para mujeres, cambiaría de curso.

Primer Reloj Pulsera para damas de Patek Phillippe

La visión negociante del joyero tomó forma al colocarle a un reloj una correa de piel, de este modo visualmente lo hizo más atractivo para el público masculino y poco tiempo después comenzó a vender su nueva versión de reloj de pulso, primero en París y luego en el resto del mundo.

En la Primera Guerra Mundial los relojes de pulsera ganaron popularidad entre los hombres. Allí los soldados se percataron que éstos eran más prácticos que los relojes de bolsillo, pues uno no necesitaba perder tiempo buscándolos en los bolsillos de sus sacos. Pronto los ejércitos empezaron a dar relojes de pulsera a sus soldados. Terminada la guerra, los hombres siguieron llevándolos. Los relojes de bolsillo continuaron usándose hasta fines de la Segunda Guerra Mundial; pero como para 1945, los relojes de pulsera ya contaban con todas las funciones que antes solo tenían los de bolsillo la demanda y la producción de estos últimos decreció dramáticamente.



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