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Arne Larsson |
Y esperó que llegara la última de las tres horas de vida que le habían pronosticado. Pero no ocurrió. Y durante los siguientes 40 años Larsson reconstruyó los abrazos viejos con razones nuevas, provocó risas desconocidas a conocidos, fumó, bebió, hizo el amor y se fue despidiendo de la vida, de la propia y la ajena, pero más de esta última, guiado por su máxima: “El amor es egoísta y no importa cuánto diga que te quiero, eso es algo que yo siento. Si no te hago volar, no sirve de nada decir cuánto”.
En 1958, el Dr. Åke Senning implantó el primer marcapasos interno. El paciente fue Arne Larsson y el prototipo solo estuvo operativo durante tres horas. Suficiente para que Senning fuera reemplazándolo buscando mejoras en el diseño. Cuarenta años más tarde y 26 marcapasos después, Larsson seguía vivo.
Tuvo una longeva vida , falleciendo el 7 de noviembre de 2001, a la edad de 86 años, por un cáncer de piel.