La estacada era el escenario de los torneos, desafíos y juegos públicos en la Edad Media, y tomaba el nombre de los palos que lo delimitaban. Dado que los eventos que en él se celebraban solían implicar un grave riesgo, dejar allí a alguien equivalía a abandonarle asu suerte, sin prestarle el menor apoyo. Con ese sentido ha llegado hasta nuestros días.
Son habas contadas
Esta forma de decir que algo es cierto y no deja lugar a dudas se inspira en la antigua costumbre de utilizar las habas para llevar la contabilidad en los asuntos domésticos, e incluso en los municipales. Según algunos autores, como Covarrubias en su Tesoro, también puede hacer referencia a su uso en votaciones “de congregaciones y cabildos”, donde normalmente se empleaban las blancas para expresar un sí, y las negras para decir que no.
Corte de los milagros
En la Edad Media, la actual zona parisina de Les Halles estaba repleta de inválidos y enfermos que pedían limosna. Sin embargo, al caer la noche todos se curaban “milagrosamente” con solo dejar de fingir. Por eso, el barrio fue bautizado con esta expresión, recogida por Víctor Hugo y que hoy se utiliza para hacer referencia a la supuesta solución para un problema que viene intentando resolverse desde hace mucho.
Tener muchas ínfulas
En la Antigua Roma se denominaban ínfulas a las vendas que llevaban los sacerdotes paganos atadas alrededor de la cabeza, y con los extremos largos cayendo por detrás. Este símbolo de su estatus fue heredado por las tiras que cuelgan de la mitra de los sacerdotes católicos, y de esa identificación con la autoridad viene la expresión, usada con el sentido de aires de grandeza.
A puerta gayola
Esta forma de expresar que algo se hace sin tomar las debidas precauciones o con cierta imprudencia arranca del lenguaje taurino. Define un lance en que el torero recibe al toro en la arena, de rodillas, mirando a la puerta de los toriles y con el pecho fuera. Tal actitud aumenta el peligro del momento y consigue impregnar la plaza de un ambiente tenso y sobrecogedor.
Fiera corrupia
En los siglos XVIII y XIX eran populares las leyendas de cordel, escritas en papeles colgados de cuerdas en calles y plazas. Muchos de ellos estaban protagonizados por esta figura fantástica, formada con cabeza de toro, cuerpo de lagarto y potentes uñas. Su fiereza era tal que solo un regimiento pudo acabar con ella. Por eso, la expresión se aplica aún a alguien marcadamente iracundo o agresivo.
Le vino Dios a ver
La primera forma de esta expresión para decir que alguien ha tenido un golpe de suerte fue “le ha venido Dios a ver sin campanilla”. La imagen procedía de la costumbre de ir a llevar el viático a los moribundos en una comitiva acompañada por el sonido de una campana. Este detalle musical desapareció con el uso y la frase quedó fijada con su contenido religioso.
Ni rey, ni roque
Se utiliza para decir que nadie podrá hacer algo determinado, especialmente cuando se quiere subrayar que no importa el estatus de la persona en cuestión. El dicho procede del lenguaje del ajedrez, en el que la torre solía recibir el nombre de roque y es una de las piezas de mayor valor, al igual que el rey. Cervantes ya utilizó la expresión en El Quijote.
Perder los estribos
Según el lingüista Gonzalo Correas, la expresión correcta debería ser “perder los estribos de la paciencia”. El dicho surgió en una época en la que los caballos eran un medio común de transporte y todo el mundo entendía que, al sacar involuntariamente los pies de los estribos, se perdía el control de la cabalgadura. El sentido figurado era el de actuar de manera irracional y arriesgada.
Galimatías
Esta forma de describir algo lioso y que no se entiende tiene dos posibles inicios. Uno sería una deformación del bajo latín ballematia (acciones deshonestas u obscenas), y el otro una fusión del también latín gallus (gallo) y el griego mathia (ciencia). En cualquiera de los casos, el término nos ha llegado a través del francés, donde empezó a usarse en el siglo XVI.