En un mundo tan mecanizado y tecnologizado, cuesta imaginar un pasado en el que los seres humanos vivían sin una forma de medir el tiempo que no fuera el propio sol. Y aunque los avances tienen sus beneficios (y de hecho, el reloj es un invento tremendamente útil), a veces pienso con añoranza en un mundo donde comiéramos solo porque tenemos hambre y durmiéramos solo porque tenemos sueño.
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