El artista canadiense Guy Laramee se había dedicado toda su vida a construir. Escribía obras de teatro, componía música contemporánea, diseñaba instrumentos musicales y era un enamorado de pintar cuadros, rodar vídeos o montar escenografías. El proceso de elaboración de sus creaciones siempre era por añadidura. «La escultura es distinto, es algo de restar, no de sumar», sugiere. Sus obras geográficas tridimensionales están hechas a base de quitarle trozos a los libros gruesos.
La manera en la que Laramee hace sus esculturas es un proceso de formación que pasa por la necesidad de deformar la obra que utiliza como material de trabajo, es decir, las encuadernaciones. Según afirma, su trabajo en 3D «se origina con la idea de que el conocimiento último podría muy bien ser una erosión en lugar de una acumulación».
A él no le importa que sea una gran enciclopedia, un novela histórica o un montón de tomos apilados. Cuando interviene un libro, Laramee no está pensando precisamente en su contenido sino en las posibilidades que tiene su grueso para ser transformado, algo a lo que también denomina «aprendizaje». ¿Pueden unas páginas convertirse en la ciudad de Petra, en las Montañas Rocosas o en un valle nipón con edificación incluida?
«El proceso es largo, pero la parte más larga es alcanzar la inspiración», explica. «¿Qué libro?, ¿qué tipo de paisaje?, y sobre todo, ¿cuál será el espíritu de esa nueva pieza?». Asegura que el hecho de quitarle trozos a los libros no es una tarea que se realice sin más, sino una cuestión de observar lo que esa pila de hojas le está pidiendo que haga.