Escalar la montaña más alta del mundo es una tarea ardua y peligrosa. La falta de oxígeno, las avalanchas y los abismos son tan sólo algunas de las amenazas del monte Everest. Cerca de 200 personas han fallecido en su intento por conquistar su cima, sin embargo, esto no parece disuadir a los alpinistas. De hecho, los vivos pasan tantas veces frente a los cadáveres congelados, que algunos incluso han recibido apodos y funcionan como marcadores en las rutas. 

En un entorno donde cada paso representa una lucha para los alpinistas, rescatar a los moribundos es casi imposible y los cuerpos de quienes caen vencidos son casi siempre irrecuperables. El frío extremo de la montaña mantiene a los cadáveres perfectamente conservados para las generaciones futuras.

Uno de los cadáveres más notables es el de Georgre Mallory, la primera persona en intentar alcanzar la inhóspita cima del monte Everest. Lamentablemente, falló y murió en 1924. Sus restos, aún preservados, fueron identificados en 1999.

Apodado "Green boots" (botas verdes), el cadáver de un alpinista quien falleció en 1996 guarda la entrada de una cueva que todos los escaladores deben pasar rumbo a la cima. Actualmente, funge como un indicador de la cercanía de la meta. Se cree que, tras perderse de su grupo, intentó refugiarse inútilmente del frío en la pequeña caverna.

Seguramente la historia más emocional pertenece a la estadounidense Francys Arseniev, quien tras una caída se separó de su grupo. Cuando su esposo se percató de su ausencia, regresó a buscarla sabiendo que no tendría oxígeno suficiente para alcanzar el campamento base. Murió intentado llegar a ella. Dos de sus acompañantes eventualmente la hallaron, pero cargarla no era una opción, así que la consolaron durante algún tiempo antes de dejarla morir.

Sintiendo gran remordimiento, el par de alpinistas volvió ocho años más tarde prometiendo encontrar el cuerpo y consagrarlo con una bandera de Estados Unidos. Tras lograrlo, su historia se dio a conocer y Francys Arseniev fue reconocida como la primera mujer estadounidense en alcanzar la cima del Everest sin la ayuda de oxígeno.




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