Quienes creen en ello prefieren ser enviados al ParaĆso antes que ser condenados en el Infierno, entre otras cosas porque el Infierno es un lugar de dolor y calor de mil demonios. Sin embargo, el ParaĆso no parece tampoco un lugar apacible si aplicamos las leyes de la fĆsica a los datos que podemos extraer de la Biblia.
En el Libro de IsaĆas, hay un pasaje que describe la atmósfera del ParaĆso de esta guisa: la Luna brilla allĆ como el Sol en la Tierra.
La investigación la realizó un fĆsico que envió su correspondencia a la revista Applied Optics en 1972, con estos datos, segĆŗn explica Pierre BarthĆ©lĆ©my en su libro Crónicas de ciencia improbable:
SegĆŗn su interpretación, la Luna brilla allĆ como el Sol en la Tierra, y la luz que recibimos de nuestra estrella es cuarenta y nueve veces mĆ”s brillante que la que cae sobre la superficie de nuestro planeta. Por consiguiente, en los cielos, la irradiación es cincuenta veces mĆ”s alta que en el suelo. Tras aplicar la ley de Stefan-Boltzmann, dedujo que la temperatura en el paraĆso es de⦠”525 ĀŗC!.
El autor acudió a IsaĆas 30,26, donde dice: "Y serĆ” entonces la luz de la Luna como la luz del Sol, y la luz del Sol siete veces mayor, como la luz de siete dĆas?". El autor deduce que el Cielo recibe de la Luna tanta radiación como la Tierra recibe del Sol y, ademĆ”s, 7 por 7 veces mĆ”s (49). Eso arrojarĆa una temperatura de 525 ĀŗC.
Que no cunda el pĆ”nico. El anónimo fĆsico habĆa cometido un error en sus cĆ”lculos. La corrección llegó en 1998, en una carta dirigida a Physics Today, donde dos investigadores espaƱoles explicaban que la interpretación del Libro de IsaĆas era falsa:
y que la irradiación luminosa que se recibĆa en casa de san Pedro solo era ocho veces (y no cincuenta) mayor que la recibida en la Tierra. Gracias a esta corrección, ahora es posible afirmar que la temperatura de la JerusalĆ©n celestial es de 231 ĀŗC, es decir, un calor suficiente para tomar un baƱo de azufre lĆquido.
Sea como fuere, el verdero infierno estÔ en el centro de la Tierra: en 2013 se determinó que su temperatura es de 6.000 ºC, 1.000 grados mÔs caliente de lo que fue estimado en un experimento anterior realizado hace 20 años.