Un día durante una conversación con su maltratador, este empezó a golpearla hasta derribar lietralmente una pared. Cuando se encontraba en el suelo, su gran danés apareció y comenzó a lamerla dulcemente, un gesto que enfadó aun más a su agresor que comenzó a pegar al animal con fuerza. Durante el tiempo que duró la paliza y a pesar de sus 50 kilos, el gran danés no atacó, sólo se limitó a aguantar los golpes dando tiempo a que su dueña pudiera escapar y dirigirse a un lugar seguro.
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