En los últimos diez años, prácticamente la mitad de las discotecas del Reino Unido han cerrado. Así lo indica un informe de la Association of Licensed Multiple Retailers, que señala que solo quedan 1.733 clubes de los 3.144 que había en 2005. Algunos han corrido a culpar a la prohibición de fumar, otros a la precariedad económica de los jóvenes. En cualquier caso, los números dicen que

los millennials cada vez están menos interesados en los clubes.

¿Para qué?, deben preguntarse.

Cuando empecé a salir, la única manera de descubrir música distinta a la que sonaba en la radio era ir a clubs. Había que estar atento, y preguntar a los DJs cuando sonaba algo que te gustaba. Sin embargo, en tiempos de YouTube, Spotify, Boiler Room, Discogs, y MixesDB puedes descubrir mucha más música en una hora frente la pantalla que saliendo durante cuatro meses seguidos.

Las discotecas solían ser como carnets de identidad musical. Si te gustaba el techno ibas a una, y si te gustaba el pop comercial a otra muy distinta. Pero el buffet infinito de la red ha fragmentado los gustos, y cada vez queda menos gente que quiera escuchar el mismo tipo de música durante toda la noche. Se hace difícil pensar que pueda volver a surgir un club que le dé el nombre a todo un género como ocurrió con el Warehouse de Chicago, o que surja otro templo —en este caso del techno más contundente— como Berghain.

Si te gusta la música, suele ser más barato, agradable y fiable montarse la fiesta en casa con tus propias selecciones y rodeado de gente con tus mismos gustos. Al fin y al cabo, lo que determina el éxito de una noche de club nunca es la música sino el público. Por muy bueno que sea el DJ, si la pista está vacía o poblada por indeseables, es difícil divertirse. Y si ya tienes la música y la gente, ¿para qué arriesgarte a tirar el dinero?

Claro que, para otros, la música siempre fue lo de menos.

El verdadero motor de la noche siempre ha sido la socialización. Concretamente, con fines sexuales. Pero teniendo Tinder, ¿quién necesita un club para ligar? Tienes más posibilidades de conocer a gente afín a tus gustos con tu móvil de camino al trabajo que no en una discoteca a las 4 de la mañana. Para qué lidiar con borrachos en un club maloliente si puedes saberlo todo de tu pretendiente desde la comodidad del sofá.

Hablando de redes sociales. Retransmitir nuestras vidas implica la necesidad de mantener a nuestra audiencia interesada. Y eso se consigue con la novedad. Lo que da likes es la diferencia, y asistir cada sábado a la misma sala acaba resultando aburrido, especialmente para tus seguidores. Si hay que ir a una discoteca, que sea a lo grande. Quizá eso explica por qué hay tanta gente que no pisa un club en todo el invierno pero luego se gasta los ahorros de todo un año en una semana en Ibiza.

Esto demuestra que todavía existe el interés en reunirse a bailar música a volúmenes elevados. Los festivales, de hecho, siguen creciendo año tras año. Claro que, pensando en Instagram, lucen mucho más las fotos de un atardecer al aire libre que no entre las oscuras paredes de un club humeante. Y ya se sabe que lo que cuenta no es la experiencia, sino la foto.





ANUNCIO PATROCINADO



Con la tecnología de Blogger.