El alcohol es peor. 

“Los efectos del alcohol sobre el cerebro se relacionan con una afectación de la capacidad de concentración y de atención. Eso puede influir a nuestra capacidad de reaccionar ante un imprevisto. También es importante tener en cuenta, la ralentización en la velocidad de los reflejos y que la habilidad con el volante se ve reducida por la disminución de la coordinación. Y además, produce somnolencia.

En cuanto a los efectos sobre el sistema nervioso del cannabis, que afectan a la conducción, cabe destacar la alteración en la percepción y en el movimiento, además de la concentración.

Ambas sustancias son peligrosas y se ha comprobado su presencia en multitud de accidentes.

La cuestión a la hora de compararlas es complicada si atendemos a diferentes dosis, susceptibilidades individuales, posibilidad de mezcla de varias sustancias, etc.

Ante la pregunta de cuál es más peligrosa, probablemente me decantaría por el alcohol por la afectación cerebelosa que altera la coordinación y por la alteración en los reflejos“, dice el neurólogo Carlos Tejero, vocal de la Sociedad Española de Neurología




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