Son verdes y a veces su olor no es lo más llamativo del mundo, pero están llenas de vitaminas y son nutritivas y esenciales para una dieta equilibrada. Un buen día, las verduras se convierten en la peor pesadilla de los más pequeños de la casa. Solo hay que echar la vista atrás para recordar en primera persona aquellas disputas que hacían de las comidas y cenas los episodios más conflictivos del día. Tarde o temprano, los padres acaban desesperados por conseguir que los hijos coman adecuadamente y pierden la paciencia hasta tirar la toalla al ver que los platos siguen llenos tres horas después de poner el mantel. En definitiva, son pocos los niños que se sienten atraídos por los vegetales y muchos los intentos de sus progenitores para que la cosa cambie. La pregunta siempre ha estado ahí: ¿cómo conseguir que los niños coman verduras?

Un grupo de científicos de la Texas A&M University ha encontrado la fórmula secreta para resolver el misterio, casi sin proponérselo. La intención de Ariun Ishdorj, Oral Capps, Maureen Storey y Peter S.Murano era buscar un método para reducir la cantidad de comida que acaba en la basura de los comedores escolares.

Para ello, analizaron sobras de comida de más de 8.000 estudiantes con la intención de entender cuáles eran sus patrones de consumo en función de los alimentos del menú. Los investigadores descubrieron que eran diversas las variables que podían afectar a su alimentación, como la falta de tiempo para comer o el ambiente. En el caso de las verduras encontraron algo más importante: que los niños comieran más o menos dependía de con qué otro alimento fueran acompañadas.

Según el estudio, los niños se suelen comer su porción de verduras especialmente si va emparejada con otro producto principal poco apetecible, que no consideran excesivamente delicioso o destacado. Además encontraron que las verduras de hoja verde oscuro, como el brócoli, son las menos deseadas, al igual que el apio o las judías. Por el contrario, las patatas al horno eran la guarnición que menos veces se encontraba entre los desperdicios.

Los clásicos son los clásicos y platos como los ‘nuggets’ de pollo y las hamburguesas siguen siendo los alimentos preferidos de los pequeños. Cuando alguno de los dos productos está sobre la mesa, los niños solo tienen ojos para ellos, olvidándose por completo de eso verde que hay al lado. Puede ser buenísimo para su salud, pero según el estudio, con algo tan suculento como una hamburguesa al lado, los niños no tienen ni un minuto que perder y olvidan totalmente la presencia de las verduras en el plato.

Así, en los restos analizados pudieron comprobar que los días en que alguno de esos dos platos estrella aparecía en el menú, los desperdicios vegetales eran mayores. Sin embargo, cuando ciertas verduras como las acelgas y el brócoli se presentaban junto a, por ejemplo, salchichas o filetes, la cosa cambiaba bastante. Esto es así porque, sin ser alimentos odiados, los niños equiparan los filetes y las salchichas a las verduras y les prestan una atención similar.

La clave está en la mezcla
Tras más de 20 años investigando sobre hábitos alimenticios, el profesor de psicología de la Universidad de Minnesota Traci Mann apoya el hallazgo al considerar que las combinaciones de comida son determinantes para hacer que los niños coman algo de lo que habitualmente prefieren huir.

Así, solo sería necesario saber qué alimentos gustan más o menos a los más pequeños e intentar no juntar en un mismo plato dos polos opuestos, sabiendo que uno ganará al otro por goleada.

Esta puede ser una solución para quienes lo han intentado de todas las maneras: hacerlas en puré, camuflarlas con otros alimentos (casi a traición) para que pasen desapercibidas o hasta en helado. Un grupo de investigadores de la Universidad de Granada proponen, por su parte, dejar que sea el niño el que elija qué verdura quiere comer para aumentar la ingesta. En ese caso, el niño solo comería un tipo de vegetal, pero al menos comería alguno.

Además, hay un sinfín más de consejos salidos del ámbito académico para lograr que los pequeños coman verduras. El más curioso es el planteado por investigadores de la Universidad Mahidol de Bangkok que aseguran que ver ‘Popeye’ ayuda a los niños a comer más frutas y verduras. Incluso los cocineros televisivos han insistido, durante años, en aportar su granito de arena proponiendo presentaciones nuevas con las que alejar a los más pequeños de la comida basura.

Los médicos lo saben: el verde es la solución (y la prevención) a los problemas de obesidad. Ningún padre ni sanitario dejaría pasar esta oportunidad para conseguir ganarle la batalla al repollo, así que mézclalo con algo que sea aún menos apetecible.



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