El coche ha sido bautizado como Aussie Invader 5R (continuación de sus predecesores) y su piloto será el australiano Rosco McGlashan, un experto en la materia y piloto de los anteriores Aussie Invaders. Este nuevo vehículo es aún más grande y más potente: 18 metros de largo y 3 metros de alto.
Todo el coche está hecho a medida del logro a conseguir y su diseño se ha probado con dinámica de fluidos computacional. Las ruedas, enormes bloques sólidos de aluminio a nivel aeroespacial (donde cada una de ellas pesa 140 kilogramos), tendrán que girar a 10.000 repeticiones por minuto (lo que sumará una presión de 50 toneladas) para conseguir alcanzar las ansiadas 1.000 millas por hora; más rápido que la velocidad a la que una bala sale de un arma.
El equipo australiano pretende así establecer en 2016 un nuevo récord de velocidad en tierra con un vehículo que ha costado 4 millones de dólares y que está propulsado por un cohete.